SLIDER

¡Cumplimos cinco años! :)

15/7/17



¡Buenos díaaaaaaaaaas! Hoy el blog cumple cinco añitos. No tenía pensado hacer ninguna entrada especial, ¿pero cómo voy a dejarlo pasar? 

Desde hace siete años, Blogger ha sido como una segunda casa para mí. Es mi rincón especial que nadie más conoce, donde me gusta venir a contar todo lo que me ha pasado, lo que me preocupa, lo que me entusiasma... TODO. Como saben comencé con otros blogs que hoy ya no existen, luego creé Una loca entre cuerdos y me quedé con él para siempre, ya llevamos seis años ahí. Al año siguiente, como también me gustaba escribir historias, empecé con Your Sexy Stories... Unos meses después tuve un sueño acerca de un niño y una chica que se lo encontraba en la calle y lo ayudaba. Necesitaba otro blog donde desarrollar esa historia y creé Sueños tecleados, que años más tarde bauticé como Lo que Tahis anda escribiendo, ¿os suena? Jajajajaja.

Esta entrada es más un agradecimiento a ustedes, mis lectores, que una celebración. Este año no ha sido tan productivo como 2015 y 2016, pero quiero volver a escribir y a estar tan activa por los blogs como entonces. Espero que ustedes sigan por aquí como siempre.

Muchas gracias por estos cinco años ♥♥♥♥♥

Blogs colaboradores: Reseña de "La melodía de Marle"

3/7/17

Hello hello, my loves!! La verdad es que os debo una disculpa enorme, a +Sara P. L. sobre todo porque es la organizadora de Blogs colaboradores. En esta ronda me apunté como escritora y como reseñadora y todavía no he hecho ninguna de las dos cosas.

Desgraciadamente, mi proyecto de Trabajo de Fin de Máster me mantuvo ocupada hasta hoy mismo. Conseguí terminarlo para principios de mes, y así tener varios días para que el trabajo fuera corregido, pero mi tutor (que es así de inepto) esperó hasta la última semana para corregir todo el trabajo que tiene 90 páginas. Conseguí hacer todo lo que me había corregido el viernes 30 y subirlo al la sede electrónica de la universidad, pero después, revisándolo, me di cuenta de que había una pequeña errata en la enumeración de los subapartados. Al final tuve que volverlo a subir y avisarle para que diera su visto bueno, no lo vio hasta esta mañana y hoy se acababa el plazo, así que estaba un poco estresada.

No es excusa, otras veces he hecho trabajos, estudiado para exámenes, etc., a la vez que mantenía activo el blog o los blogs. Pero bueno, a veces uno necesita centrarse únicamente en un proyecto y eso hice.

La idea para mi relato iba a hacer la de un músico que viajaba a Hawaii para encontrar la paz interior, ya que su ciudad natal, Boston, le estresaba. En Hawaii conoce a otro músico muy famoso que le firma un autógrafo en su guitarra. Se hacían amigos, blablabla, pasaban mil aventuras, blablabla, pero llegaba un huracán a la isla y (ahí aparecía el "hielo" elemento común obligatorio) y el músico famoso moría. Después mi protagonista hacía un concierto benéfico y ya no tenía nada más pensado. 

A última hora la idea dejó de gustarme y eso, junto al estrés del trabajo, hizo que no me pusiera a escribir.

Ahora pasamos a la reseña. Me tocó reseñar la historia de Maite del blog Las crónicas de Maite y ella comenzó escribiendo una historia llamada La melodía de Marle.

Autora: Maite
Blog: Las crónicas de Maite
Título: La melodía de Marle
Creada para: Blogs colaboradores
Tema: Instrumento musical muy importante para el / la protagonista.
Elemento común: Hielo (propuesto, precisamente, por Maite).
Capítulos: 1 / 4
Estado: Incompleto.
Sinopsis: Marle ha viajado, junto a su flauta plateada, hasta la playa de Aldahir donde esperar encontrar a su amada, una hija del mar llamada Kendria, pero ella no le recuerda. Finalmente, la arena se traga al caballo de Marle y a Kendria, solo quedan él y  Endi, hija del volcán Endir. Esta criatura llevó a Marle a esconderse y llegaron a una posada.





¡Espero que les haya llamado la atención! Seguramente Maite continúe su historia muy pronto, por mi parte, no escribiré la historia que tenía pensada, esperaré a la siguiente ronda. Una pena porque es la primera vez que fallo desde que comenzó la iniciativa en 2015 y escribí Cerezas en marzo.

¡Un besote!

Reseña: El mundo de ¿el impostor?

3/5/17

¡Hola hola! Se suponía que tenía que haber traído esta reseña desde la semana pasada, pero me despisté y pensaba que esta era la última semana para reseñar las historias. Al menos no hubo ningún problema porque estamos en la semana de descanso antes de la siguiente ronda, jajajajajaja. Así que os dejo con mi opinión sobre El mundo de ¿el impostor? de Eréndida Alfaro.

Esta historia está escrita para la iniciativa Blogs colaboradores. En esta ronda había que escoger un personaje literario e introducirlo en otra ambientación literaria diferente. Además, el elemento común de esta ronda era un dibujo, algo a lo que la autora le dio mucha importancia en su texto. Podéis leer toda la información de la historia haciendo click aquí.

La primera parte de cinco, cuatro capítulos y un epílogo, comienza directamente situándonos en la cárcel. Algo que le da mucha fuerza al relato porque nos mete directamente, sin preámbulos, en la acción. 

Es también en esta primera parte en la conocemos a Danny, nuestro protagonista con el que viviremos momentos angustiosos. En este capítulo también conocemos a Beth, su novia, a Berny, su mejor amigo y a Alex, su abogado. Y conocemos la razón por la cual Danny fue encerrado en la cárcel. Estos personajes, aunque muy importantes para Danny, no interactúan con el protagonista porque se encuentran fuera de la cárcel, así que la mayoría de diálogos ocurrirán entre Danny y su "aliado" dentro de la cárcel: Pepe Grillo.

El segundo capítulo ocurre entre la enfermería de la cárcel y la biblioteca de la misma. Aquí también conocemos a Big Al, el que, junto a Pepe Grillo, será otro personaje recurrente aunque no con tanta importancia como el último que es como un pozo de sabiduría. 

Big Al charló más con Pepe que con el mismo Danny, pero no era tan malo, después de todo Danny no estaba poniendo mucha atención a lo que el hombre fornido decía. Pepe pensó que el chico en la mesa seguía de mal humor, no se imaginaba que había alguien haciendo ruido en su cabeza.

El tercer capítulo continúa en la biblioteca y aquí es donde me costó un poco más seguir el hilo de la historia porque aparece un personaje inesperado: el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas. A Danny también le sorprende y le parece ilógico, aquí tenemos la reflexión que hace de su encuentro con ese peculiar conejo que le llama Dylan en lugar de Danny:

Danny le miró contrariado, esto era lo más loco que había visto nunca. Movió la cabeza, como intentando sacudirse algunas ideas, y abrió el sobre rosa para poder saber lo que allí había. Se había rendido a la locura, y es que acababa de ver un conejo blanco hablar, no había manera de declararse cuerdo después de eso, como mucho se declararía Alicia.

En el cuarto capítulo ocurre el desenlace de la historia, pero queda un poco coja sin la explicación del epílogo o contrapunto donde la autora nos explica claramente quien era Dylan, quien era Danny y quien era esa persona misteriosa que le dejaba dibujos o frases incomprensibles.

Ha sido un historia preciosa donde la autora hace un bonito homenaje a la profesión del escritor, creo que sin proponérselo, pero lo ha hecho. Os recomiendo leer la historia, dejaros enloquecer junto a Danny para luego encontrar la verdad en el contrapunto y quedaros boquiabierto ante el arte de Eréndida Alfaro al construir un relato tan bien hilado.


¡Hasta la próxima!

Capítulo III y IV - El Principito en un pueblo italiano

19/4/17


TERCER CAPÍTULO

Marco había encontrado al fin a su adorada madre. Anna, que así se llamaba aquella bellísima mujer estaba enferma de algo que podía matarla. Y entonces fue cuando lo supe: que los hombres y mujeres de este planeta mueren pronto y que pueden hacerlo inesperadamente.

Fui un idiota, no me di cuenta de que el tiempo no pasa igual en todos los planetas. A pesar de que el tiempo pasa más rápido en mi planeta que en la Tierra, yo no envejezco tan rápido como esta gente que aquí habita. Amedio, que era el único consciente de que mi procedencia era del exterior de este planeta, se acercó a mí cuando Marco no escuchaba.

—Lo siento, si ha pasado tanto tiempo, a lo mejor tu amigo ya no vive —anunció el mono que se subió a mi hombro para consolarme.

—No pasa nada —contesté— El tiempo que vivimos juntos fue suficiente, estoy más alegre de haberlo conocido que triste por no poder volver a verlo.

Mi reflexión hizo pensar al pequeño mono que me regaló una sonrisa antes de salir corriendo a los pies de Anna.

Me separé del pequeño grupo, ellos estaban felices porque habían encontrado a Anna y ésta daba señas de estar mucho mejor después de la llegada de Marco. Yo me sentí solo y por primera vez me vi a mí mismo comportándome como un adulto y no como un niño, había cambiado durante mi estancia en la Tierra. Había cambiado al darme cuenta de que estaba solo en un planeta en el que todos los que fueron algún día mis amigos, habían desaparecido para siempre: mi zorro, mi rosa, mi Antoine… Ya no me quedaba nada ni nadie. Tan solo un cordero viejo que había enseñado a no comerse las rosas.

Estaba tan cansado que me quedé dormido sentado en una roca. A la mañana siguiente no había nadie. Anna ya no estaba en su cama y, por consiguiente, Marco y Amedio tampoco estaban en la habitación. No sabía dónde se habían ido. Deambulé hasta llegar de nuevo al puerto. Allí escuché que alguien me llamaba. Era Marco.

—Pensábamos que te habías marchado sin nosotros —dijo alegremente cuando fueron ellos quieres me abandonaron.

—Me quedé dormido fuera de la casa —respondí con sinceridad. No estaba bien mentir.

—Vamos a volver a Italia, ¿te vienes con nosotros?

—Quiero volver a África —anuncié— Quiero volver al desierto.



CUARTO CAPÍTULO

El viaje a la costa africana tardó un poco menos de lo que tenía calculado. No fueron cincuenta y tres noches, tal y como habían sido para la llegada a Argentina, sino cuarenta y ocho. Esto se debe, decía Marco, a que Marruecos está más cerca de Argentina que Italia, así que llegamos antes.

Me dolió mucho despedirme de mis amigos, no lloré como hice cuando me despedí de mi zorro, porque con ellos había intentado que no me domesticaran. Es decir, que para ellos yo no fuera más que un niño perdido al que ayudaron un día y para mí ellos no fueran más que unos conocidos que se ofrecieron a ayudarme. Aunque he de reconocer que, incluso sin haber realizado el ritual de domesticación, estas personas llegaron a importarme más de lo que me gustaría reconocer.


Pasó un año y no encontré ni rastro de Antoine, pero no estaba solo. Había vuelto a encontrar a mi zorro. Él había venido corriendo a mí en cuanto me olió. Dijo que habían sido kilómetros y kilómetros de distancia, que el mismo viento que movía las dunas del desierto, le había traído mi peculiar fragancia del universo. Me lamió la cama entusiasmado y desde entonces no nos hemos separado más. Él es un zorro viejo, pero yo lo veo igual.

Le conté mis aventuras en el océano a mi amigo y él quiso ver el mar, ya que nunca lo había visto antes. Le llevé hasta la costa, bebió del agua salada e hizo lo mismo que yo: escupir aquello. Pero le gustaron las olas, le hizo gracia meter el hocico en el agua y le gustó la idea de saber que no tenía que preocuparse por morir de sed nunca más, aunque el agua supiera asquerosa. Se quiso subir en un barco porque quería vivir las mismas experiencias que yo y yo le consentí. Era mi amigo.

—Principito, creo que nos estamos moviendo —dijo él—: me estoy mareando.

Miré por la ventana y, efectivamente, nos habíamos separado de la costa.

—Bienvenidos a bordo —dijo la voz de una mujer desconocida.

—¿A dónde nos dirigimos? —pregunté a un señor canoso que me miró confundido.

—Vamos a Italia, hijo —me respondió él consternado, seguro pensaría “¿por qué se subiría alguien a un barco que no sabe a dónde va?” Si le respondiera que fue porque quise consentir a mi zorro, nunca me creería. Los mayores no tienen una mente abierta.

—Estoy preocupado, principito —dijo el zorro.

—Tranquilo, conozco a alguien en Italia que nos puede ayudar.


FIN
El Principito no pudo encontrar nunca a su amigo Antoine de Saint-Exupéry porque este murió en 1944, tan solo un año después de la publicación del libro. Su avión fue derribado en el Mediterráneo y su cuerpo no se encontró hasta 1998.

Capítulo I y II - El Principito en un pueblo italiano

15/4/17




PRIMER CAPÍTULO


Había pasado ya más de una década desde que vi por última vez a mi amigo Antoine[1]. Por esa razón no me pareció mala idea volver a realizar un viaje por el universo, en concreto por la Tierra, pues echaba de menos aquel lugar tan curioso donde pasé un año de mi vida.

En mi camino me volví a encontrar con el rey, con el vanidoso, con el bebedor, con el hombre de negocios, con el farolero y con el anciano geógrafo. Había querido, pues, realizar el mismo recorrido que hace diez años para saber qué rumbo tomar para llegar al mismo punto que aquella vez.

Pero no calculé el momento del día. Cuando llegué a la Tierra por primera vez era de día y caí en mitad de un desierto en África, pero esta vez viajé de noche y caí en otro lugar totalmente diferente.

Mi primer encuentro con un ser vivo fue al cabo de dos segundos y treinta milésimas después de haber aterrizado.

—¿Eres un extraterrestre? —preguntó una vocecilla que procedía detrás de mí.

—¿Quién eres tú? —respondí yo que estaba ciertamente intrigado.

—Me llamo Amedio —dijo el dueño de esa voz que se presentó ante mí de un solo salto. Había estado vigilándome desde lo alto de un árbol.

—¿Eres un mono?

—En efecto, soy un mono. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy el Principito.

—¿El Príncipe de un reino? ¿Qué reino?

—El de mi planeta, pero está muy lejos de aquí.

—Está bien, Principito. ¿A qué has venido a mi planeta, entonces?

—A buscar a un viejo amigo, su nombre era Antoine.

—No conozco a ningún Antoine. ¡Pero sí a un Antonio!

—¿En serio? —pregunté esperanzado.

—Sí, es el hermano mayor de mi mejor amigo. ¿Quieres conocerlo?

—¿A tu mejor amigo?

—¡A todos! —respondió feliz el mono y le seguí hasta el interior de una casa.

El mono subió a los hombros de un niño de pelo oscuro y ojos grandes que tenía el aspecto triste de alguien enfermo. Ese era su mejor amigo, Marco. Antonio era el hermano mayor de ese niño que no tenía nada que ver con mi Antoine y ellos no conocían a nadie con ese nombre.

Supe en ese momento que Marco y yo compartíamos más de lo que creía. Ambos éramos dos niños en busca de alguien a quien habíamos perdido. Yo a Antoine y él a su madre. E, inevitablemente, al pensar en las similitudes entre aquel muchacho y yo, encontré otra: su mejor amigo también era un animal. Seguramente realizó con él el mismo rito de domesticación que hice yo con mi zorro.


SEGUNDO CAPÍTULO

El mono Amedio y Marco salieron una mañana y me llevaron con ellos en su aventura. Querían viajar a otra parte del planeta en la que era de día cuando aquí era de noche y era de noche cuando aquí era de día. Me recordó al planeta del farolero en el que un día duraba un minuto.

El trayecto a esa otra tierra era demasiado largo. Caminamos, viajamos en tren, viajamos en multitud de medios de transporte hasta llegar a la playa. Conocí el mar por primera vez, probé el agua esperando que fuera igual de fresca que el agua del pozo que Antoine y yo conseguimos en el desierto. Pero esta sabía a sal, escupí la que no me había tragado y me limpié en la manga de mi chaqueta.

En el barco conocí a varios hombres y mujeres que estaban dispuestos a ayudarme en la búsqueda de mi amigo. Solo conocía de él su nombre y que pilotaba aviones, una máquina que sobrevolaba el cielo fue lo que yo dije, el término de “avión” lo aprendí después de varias correcciones. Pero ninguno de los Antoine que viajaba en el barco era mi amigo y solo un anciano conocía a un piloto de aviones, pero llamado Pierre.

“Este planeta tiene cientos de miles de personas” se dijo el Principito. “Seguro que nadie de aquí   lo conocerá. Tengo que volver al desierto donde lo vi por última vez”.

Aproveché mi viaje en el barco para contar las estrellas que, en medio del océano, se vislumbraban mucho más brillantes y hermosas. Casi podía ver algunos asteroides y planetas conocidos, sabiendo situarlos cerca de algunas estrellas era más fácil. Pero mi planeta estaba muy lejos, era imposible verlo desde la Tierra.

Cincuenta y tres noches después, apareció ante nuestros ojos la silueta de una tierra. Decían que ese lugar se llamaba Argentina. Y que allá estaba la mamá de Marco.

—Bienvenidos a Buenos Aires —nos saludó un hombre alto y grueso al llegar a puerto.

—Gracias —respondí yo, al contrario que el resto de pasajeros. Yo siempre agradecía a quien me dedicaba buenas palabras.

Marco y Amedio sabían muy bien a dónde dirigirse, yo los seguía mientras observaba la relación de amistad que se forjaba entre Marco y Fiorina. Sin saber muy bien por qué, pensé en mi rosa, que había muerto hacía tiempo. Ahora tenía un pequeño jardín con cuatro rosas más y una margarita. Pero sigo guardando a mi rosa, marchita, dentro de la caja que solía ser de mi cordero. Pero ahora el cordero, que había tomado forma de animal en cuanto desplegué el dibujo de Antoine en mi planeta, ya no cabe dentro de la caja, así que es la cama en la que descansa mi pequeña y delicada rosa. Fiorina, con su pelo rojo, me recordaba a ella, mi rosa roja y hermosa.




[1] Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito.

El Principito en un pueblo italiano (relato para B.C)

14/4/17

Hi! Bueno, como han leído en la entrada anterior ya saben que para la 2ª Ronda de Blogs Colaboradores voy a escribir un relato sobre El Principito dentro del mundo literario de Marco, de los Apeninos a los Andes. Para esta ronda elegí la versión corta, es decir, la que cada capítulo no puede tener más de 30 líneas. Espero que les guste muchísimo :)

Título: El Principito en un pueblo italiano (EPEUPI)
Autora: Edith T. Stone
Historia creada para: Blogs Colaboradores.
Extensión: 4 capítulos.
Tema: Introducir un personaje literario en otro mundo literario.
Elemento común: Un dibujo.
Sinopsis: El Principito regresa a la Tierra para reencontrarse con su amigo Antoine (Antoine de Saint-Exupéry), pero en su lugar conoce al pequeño Amedio del que inmediatamente se hace amigo. Amedio y su dueño Marco están a punto de comenzar un viaje y El Principito decide acompañarles para seguir buscando a su amigo Antoine.

Como siempre he empezado la ronda tarde, aunque la historia la escribí hace tiempo. Así que, como son capítulos muy cortitos, los dejaré programados de 2 en 2 para mañana y para la próxima semana que es la última.

¡Un beso!

Blogs Colaboradores - Ronda 2


¡Hola hola! Sé que hace tiempo que no me paso por aquí, que prometo que lo haré y luego es lo mismo de siempre. Pero sinceramente, no me apetece escribir más en Blogger. Llevo más de un mes sin publicar en La Isla de los Blogs, apenas actualizo mi blog personal, el blog de series y el blog de relatos eróticos llevan muchísimo tiempo muertos. Esto es un desastre y solo muestra que esto ya no me entusiasma como antes. Esto es como una relación, si una de las partes quiere más a la otra y se preocupa más, pero ve que no es recíproco, se acaba cansando.

No estoy rompiendo con ustedes, todavía queda Tahis para rato porque no me imagino dejando Blogger como algo definitivo, pero por el momento, si no veis ninguna publicación por ningún blog, ya sabéis a qué se debe. 

Como podéis leer en el título de la entrada no estoy aquí para contaros esto sino para hablaros de la segunda ronda de Blogs Colaboradores. Me da mucha pena no haberlo publicado antes porque escribí la historia desde que supe de qué iba. Como sabéis en esta iniciativa puedes apuntarte como escritor y como reseñador, yo me apunté como las dos cosas. Y para escribir hay dos cosas obligatorias: un tema y un elemento común. En la ronda pasada era una mentira y un anillo. En esta ha tocado introducir un personaje literario dentro de otro mundo literario diferente y el elemento un dibujo.

Ha sido leerlo y saber lo que iba a escribir: al Principito dentro del mundo de Marco (serie de anime). Para los que digan que al ser un anime y no un relato, algo escrito y que podamos encontrar en papel, se equivocan porque antes de ser un anime fue un relato: 

Marco conocida como Tres mil leguas en busca de mamá, o también como De los Apeninos a los Andes, es una serie de anime japonesa basada en el relato Marco, de los Apeninos a los Andes incluido en la novela italiana Corazón de Edmondo de Amicis.

Así que ahora que sabéis lo que voy a escribir, nos vemos en la próxima entrada donde publicaré una ficha con la sinopsis y más información :)

En Wattpad: "No se lo digas a nadie"

6/4/17


¡Buenas tardes! ¿Se acuerdan de Noel y Darío? Eran los personajes principales de No se lo digas a nadie, uno de mis relatos más recientes.

Pues desde hace unas semanas está disponible en Wattpad para su lectura:


Espero que os guste. Para mí fue una historia que me divirtió mucho escribirla porque es la primera en la que me veo tan reflejada en los protagonistas y en sus luchas como escritores. Noel es como la racha de inspiración que nos acompaña durante un tiempo y Darío es lo contrario, es la etapa donde las musas se van de vacaciones y nos enfrentamos al papel en blanco con miedo.

Pero la historia no solo va sobre eso, trata de una mentira, o de varias, que arruinarán la vida de todos los personajes de la historia. ¡No te arrepentirás de leerla!

Cómo decirle a tu amiga que se ha convertido en una casa de alquiler

19/3/17

¡Hola hola! Este es un relato inspirado en alguien real o no, nunca lo sabremos. El caso es que esta metáfora llegó a mí hace solo unos minutos y tuve que plasmarla antes de que se me olvidara. Es triste que exista gente así, que haya personas que son casas de alquiler vagando por el mundo. Aprendamos a valorarnos más y darnos a valorar ante los demás. 


CÓMO DECIRLE A TU AMIGA QUE SE HA CONVERTIDO EN UNA CASA DE ALQUILER:

—¿Pero ella y el novio no se habían separado?

—Mira, yo ya no sé. Ya no pregunto porque siempre cambia la historia según le convenga. Unos días ese cretino es un completo encanto que la cuida y la mima y ella no puede estar más feliz, ¡cómo pudo dudar de que la amaba! Y al otro día es un caprichoso y un egoísta que solo busca su felicidad y que seguro la engaña. Así que no lo sé ni me importa.

—Es extraño. No creo que él sea una mala persona, creo que, simplemente, no la quiere y no sabe cómo decírselo porque es más fácil fingir y seguir juntos, ¿sabes? Es más fácil hacer eso que cambiar por completo tu vida: cambiarte de casa, separar tus cosas de las de ella, volver del trabajo y estar solo, tener que comprarte otro coche porque el que tienen es de ella… No sé, creo que se acomodaron a la rutina y les resulta más cómodo.

—Tiene sentido visto así. Yo también creo algo parecido. Creo que él no la ama y que la ve como a una casa de alquiler.

—Jajajajaja, ¡pero mujer! ¿Qué dices? ¿Una casa de alquiler?

—No te rías, que va en serio. Las dos tenemos casas propias, ¿no? Bueno, son del banco, pero hemos dado el paso a comprar una casa e hipotecarnos, ¿verdad?

—Sí, sí.

—Pues eso es precisamente lo que le hace falta a él: comprometerse. Ambas, antes de comprar una casa, nos fuimos de casa de nuestros padres a un pisito de alquiler, ¿verdad?

—Sí, claro. Me hacía falta dinero y solo tenía lo justo para pagar el alquiler.

—Exacto. Era algo temporal, que sabías que dejarías en cuanto encontraras algo mejor. Pero de momento te servía porque no querías volver con tus padres, disfrutabas de tu independencia a pesar de los inconvenientes como: un casero malhumorado, humedades, colchones y sillones que chirriaban, cortinas descoloridas y el gotelé. No nos olvidemos nunca del gotelé.

—Ya veo por donde vas, entonces, para él su relación es como una casa de alquiler porque es temporal, está a la espera de algo mejor y puede que si no lo encuentra, se quede para siempre con ella y se consuman el uno al uno, amargados por la vida que tienen en común.

—Exacto. Algo así. Tenemos que decírselo, que abra los ojos, que vea que no es una relación sana porque en una relación sana no hay necesidad de preguntar: “¿estáis juntos?” Y, mucho menos, quedarse dudando de la respuesta. Tiene que ver que así no va a ningún lado y que está desperdiciando sus mejores años de vida.

—Sí, decírmelo a mí es fácil. Vamos a su casa con humedades, colchones y sillones que chirrían, cortinas descoloridas y gotelé y se lo decimos. Nos sacará a patadas. La gente que se queda ahí en medio, estancada, tarda en reaccionar. No nos va a querer oír, su verdad es su verdad y nosotras no la conocemos.

—¡Pero se está mintiendo a sí misma!

—¡¡¡Pero es que quiere mentirse a sí misma!!!

—¿Entonces qué hacemos?

—No lo sé. Sinceramente, no lo sé.


No pretendía crear una moraleja cuando escribí la historia, pero sí se puede sacar una y es que, como dije antes, debemos amarnos a nosotros mismos primeros. No seamos casas de alquiler. Y si no encontramos a alguien con quien "hipotecarnos", recordad que con nosotros mismos basta. ¡Es suficiente! Se puede ser feliz y estar soltero. 

Llenando la estantería

18/3/17


¡Hola! El día 15 de este mes volvía a casa más temprano de lo habitual, a las 18:30, así que la pequeña tienda de la Estación de Guaguas (autobuses, sí), seguía abierta. Entré por curiosidad porque siempre que pasaba ya estaba cerrada y siempre veía libros conocidos en su estantería. Caminé directamente a la sección de libros, pues las revistas no me interesaban y el resto era comida "basura": golosinas, chocolatinas... 

Otro factor fundamental es el dinero, pues nunca llevo casi nada encima y ese día llevaba un billete de 50€ tan hermoso y dorado... Y me dije por qué no, vamos a comprar algún libro. Normalmente en librerías suelen estar entre los 15 y 20 euros cada libro. Pero en esta tienda abundan más los libros de bolsillo, esos que cuestan entre 5 y 10 euros cada uno. Mucho más económico, así que cogí en mis manos los primeros que me llamaron la atención, sin darle la vuelta para ver la etiqueta, con la seguridad de que tenía el dinero suficiente. 

El primero que me llamó la atención por su portada amarilla y por su título fue: Gente tóxica. Qué descubrimiento. Ya lo reseñaré que estoy en proceso todavía.

Después no me acuerdo quién cayó primero si Isabel Allende o Danielle Steel. Creo que Isabel. El caso es que no me importó mucho la historia que estaba cogiendo en mis manos, solo los nombres de las autoras. Sabía que siendo de ellas era una compra segura. Además no sabéis el tiempo que llevaba con ganas de leer algo de Steel. Desde 2011 creo, cuando en mi blog Las Oscuras Golondrinas de Bécquer compartí una de sus citas: "Una mala crítica es como preparar un pastel con los mejores ingredientes y ver que alguien se sienta encima".

Y, por último, cogí un libro de Anna Gavalda. En esta ocasión, movida también por el nombre de la autora. Ya que yo estudié Francés y en clase de Traducción tuvimos que traducir una vez un texto de la autora al español. Era un párrafo tan espantoso que le cogí manía a la autora porque "no escribía bien". La verdad no sé si solo fue en esa novela o en ese fragmento o solo fue mi percepción en aquel momento debido bien a mi poca capacidad de comprensión lectora, que lo dudo pero todo puede ser, o a mi poco conocimiento de la lengua francesa, que es más probable. El caso es que no era la única, hasta el profesor criticó su escritura y eso ayudó a que se forjara esa idea en mi cabeza de: Anna Gavalda = horror de libro.

Pero no sé, a su vez, me gustó ver un libro de una autora francesa en esa estantería, autora que, además, había trabajado. Así que quise darle una oportunidad y criticar con fundamento. Y el libro "La amaba" tiene una portada bonita y su sinopsis me llamó la atención.

Así que por 32€ me llevé 4 libros maravillosos. En la próxima entrada hablaré de "La amaba", ya que lo empecé esta tarde y lo acabo de terminar. 189 páginas en una tarde... Comprobarán si al final tenía razón odiándola o no. ¿Cuáles son sus apuestas? XD

¡Hasta la próxima!

No se lo digas a nadie - Capítulo IV [final]

5/3/17


Presente. Febrero 2017:

—¿Jura solemnemente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
—Sí, lo juro.

Hace 7 meses. Julio del 2017:

Donato:

Donato se despertó sobresaltado. Tenía pesadillas con el cadáver de Darío en el salón. Pero la pesadilla más recurrente era en la que la policía entraba a su casa y les acusaba de haber mentido, los arrestaban a los dos por haber manipulado la escena del crimen para que pareciera un accidente y los condenaban a cadena perpetua. A pesar de saber que eso no existía en España, pero podían condenarlo igualmente a pasar el resto de su vida entre rejas.

Por eso sabía que, si algún día la policía llegara a descubrir la verdad, él aceptaría la culpa para evitarle ese destino tan traumático a su hermano Noel.

Desgraciadamente para los hermanos, la pesadilla de Donato no tardó mucho en volverse realidad. A la mañana siguiente un coche de policía aparcó frente al portal del edificio donde vivían Noel y Donato. Una agente se apeó del coche con rostro serio, a su lado apareció otra mujer que era la que había conducido. Ambas se dieron la vuelta, mirando hacia la carretera y, entonces, fue cuando aparecieron dos coches de policía más que habían llegado como refuerzos.

—¿Qué les hizo tardar tanto, chicos? —preguntó la mujer que se había bajado del coche primero.

—Lo siento, no volverá a pasar —respondió uno de los detectives a quien parecía ser la comisaria.

—Vamos, entremos.

Uno de los detectives tocó la puerta, despertando a los dos hermanos. Donato, por respeto, seguía durmiendo en el sofá, ya que la habitación de Darío permanecía siempre cerrada. Así que Donato fue el que abrió la puerta a los policías.

—A partir de ahora —dijo la comisaria— yo llevaré el caso de la muerte de su compañero de piso. Soy la comisaria del Departamento de Homicidios.

—¿Homicidios? —preguntó Noel asustado.

—Eso he dicho. Os necesito a ambos listos para llevarlos a comisaría donde serán interrogados por mis hombres.

—¿Somos sospechosos? —preguntó Donato mirando con preocupación a su hermano pequeño.

—Eso me temo, sí. La muerte de Darío es considerada desde hace unas horas un homicidio y no un accidente.

—¿Por qué? —preguntó Noel.

—Lo sabrá en cuanto le llevemos a comisaría.

La mujer salió de la casa, no sin antes escanear con la mirada todo el salón y parte de la cocina donde había tenido lugar la pelea entre Noel y Darío.

Al parecer, el médico forense había dictaminado que la causa de la muerte de Darío era, en efecto, el impacto en la zona occipital, lo que causó una hemorragia cerebral. Pero antes de ese golpe, se manifestaron unos hematomas antemortem reveladores, puesto que eso significaba que había habido una pelea. Los hematomas aparecieron en ambos lados del pecho de Darío y en un ojo, el izquierdo.

Cuando los detectives presentaron estos hechos a los dos hermanos, Noel se mantuvo frío e inmóvil. En cambio, Donato estaba arrepentido y apenado, de este modo, acabó confesando que había sido él quién golpeó a Darío porque se enteró de que éste le había plagiado una obra a su hermano. Noel había trabajo muy duro para escribir esa historia, había pasado noches en vela escribiendo y días entero en la biblioteca, había dejado de pasar tiempo con él para dedicárselo a ese libro. Y ahora, Darío, había traicionado su confianza y amistad y había plagiado esa obra para aprobar una asignatura.

Los detectives preguntaron cómo fue la pelea y, visto que Donato conocía toda la historia de boca de Noel, fue capaz de describir a la perfección la pelea.

Al cabo de unas horas de tomarle declaración al hermano mayor, los policías dejaron marchar a Noel porque Donato había confesado. Noel quiso decirles que no, que el asesino era él, pero no tuvo el valor y dejó que se llevaran a su hermano.

Presente. Febrero del 2017:

Noel:

—Tienes que parar esto —le ruega Noel a su hermano.

—Sabes que no puedo. Si cuento la verdad ahora, volverán a abrir el caso y tu vida estará en peligro. Tenemos que seguir con el plan —responde Donato.

—Pero… Lo hice yo. Yo le maté. Yo debería de estar aquí y no tú —confiesa Noel.

—¡Calla, te pueden oír! Tú tienes una vida por delante, una carrera y un talento innato. Úsalo. Haz que todo esto valga la pena…. —concluye Donato antes de que uno de los guardas dé por finalizada la visita.

***

—¿Cómo se declara el acusado? —pregunta el juez.

—Culpable —responde Donato.

***

—Se condena al acusado a veinte años de cárcel —clausura el juez.

***

—¿Jura solemnemente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? —pregunta el fiscal del Estado.

—Sí, lo juro —responde Noel.

Era el veinticuatro de febrero cuando Noel subió al estrado por primera vez en su vida. Su hermano estaba sentado en el banco de los acusados. A pesar de haberse declarado culpable, los detectives habían vuelto a abrir el caso al descubrirse nuevas pruebas de las que Noel desconocía, aunque Donato sabía lo que era porque su abogado se lo había contado minutos antes. Se trataba de un anillo que encontraron bajo el mueble de la cocina donde tuvo lugar la pelea. Noel pensaba que lo había perdido en otra ocasión, no recordaba que se le hubiese caído durante aquel enfrentamiento con Darío, así que nunca se había preocupado de buscarlo.

—¿Reconoce esto, señor Castillo? —preguntó el fiscal enseñándole a Noel una bolsa de plástico transparente con un anillo dentro.

Se podía ver claramente que el anillo tenía sangre y Noel entró en pánico. Donato rezaba para que su hermano dijera que no y, así, poder decir que era suyo. Pero la policía debía de saber algo más, de lo contrario no estarían haciéndole perder el tiempo a todo el mundo por un anillo.

—No —mintió Noel.

—Señor Castillo, le recuerdo que está bajo juramento.

Noel comenzó a sudar, intentó esconder sus manos temblorosas, pero era obvio que estaba nervioso, así que el fiscal presionó un poco más.

—Conteste a la pregunta, señor Castillo.

—¿Puedo ver el anillo de nuevo? —demandó Noel.

El fiscal se lo acercó y Noel tomó una bocanada de aire antes de romperse a llorar y confesar.

—Es mi anillo —declaró Noel.

—Así es —dijo el hombre mostrándole el anillo al resto de la sala—. Este anillo es una de las pruebas que demuestran que el acusado, Donato Castillo, no cometió el crimen por el que se le imputan veinte años. En cambio, fue usted, ¿verdad? —preguntó mirando a Noel.

—¡Protesto, su Señoría! —exclamó el abogado de Donato.

—¿En base a? —preguntó el juez esperando una respuesta que no obtuvo— ¡Propuesta denegada, abogado!

—Se lo preguntaré de otra manera, señor Castillo: tengo en mis manos un anillo que usted ha identificado como suyo con sangre que pertenece a su compañero de piso, Darío García. ¿Estuvo usted presente en la escena del crimen?

La madre de Darío, que estaba en el otro banco de la sala, se tapó el rostro para que nadie la viera llorar. Ahí fue cuando Noel decidió ser valiente y contar la verdad de una vez.

—Sí —respondió Noel— Yo, yo le empujé.

Todos en la sala se quedaron en shock. Donato estaba furioso, ahora no solo estaría él en la cárcel por cómplice, sino también su hermano. Se había sacrificado para nada.

—O sea, ¿está usted confirmando que fue usted el responsable de la muerte de Darío y no su hermano Donato?

—Sí.

—¿No es verdad también, señor Castillo, que su hermano ni siquiera se encontraba en su casa en el momento de los hechos?

Noel no se esperaba que supieran también eso. La policía había revisado su registro telefónico que indicaba que Noel le había hecho una llamada a su hermano de un minuto y medio de duración. Las antenas telefónicas situaban a Donato a quince kilómetros de distancia de su casa y las cámaras de seguridad del supermercado, confirmaban que no había estado en casa mientras se producía la pelea.

***
Noel acabó siendo condenado a los veinte años que habían condenado a Donato. A Donato, en cambio, le redujeron su sentencia a cinco años y seis meses por encubrimiento.

Al salir de la cárcel por buen comportamiento, habiendo cumplido tres años, Donato decidió que lo primero que haría sería casarse con su novia Inés, que no lo había dejado a pesar de las discusiones que había tenido la pareja o del encarcelamiento de Donato.

Noel, por el contrario, se ganó una buena reputación dentro de la cárcel porque con sus historias lograba que los presos se mantuvieran distraídos de su realidad. Y así fue como escribió una novela en la que Darío no le mentía y le plagiaba, él no le empujaba y no mentía a la policía sobre que era un accidente o que fuera Donato el culpable. En su novela Darío terminaba su carrera, era feliz y se casaba con Ale, la chica de la que estaba enamorado.

Y él tenía éxito con su novela a la que llamaría No hay fronteras para el amor, dado que Philippe y Esmeralda eran de nacionalidades distintas que, para más inri, habían estado enfrentadas en guerra. Después del éxito de esa novela que lo catapultaría a la fama, escribiría muchas más y podría vivir de su escritura y devolverles a sus padres todo el esfuerzo que hicieron por él.

Unos padres que tuvieron que esperar a que su hijo cumpliera treinta y ocho años para verlo fuera de la cárcel.

-------------------------------------------------------------

¡Y hasta aquí la historia de Darío y Noel! Espero que os haya gustado y os haya emocionado aunque fuera un poquito. 

Un beso muy grande a las administradoras de esta fantástica iniciativa: +Sara P. L. y +Gema Vallejo y también a mi compi +R. Crespo por tener tanta paciencia conmigo, ya que la ronda comenzó desde principios de febrero pero yo soy una despistadilla jajajajaja.

¡Hasta la próxima!

No se lo digas a nadie - Capítulo III

Presente. Febrero 2017:

—Se condena al acusado a veinte años de cárcel.

Hace 8 meses. Junio del 2016:


Darío:

El día de la entrega del relato para Creación literaria había llegado, Darío había trabajado muchísimo en su nuevo proyecto para intentar convencer a su profesor Ernesto que había aprendido y mejorado. Pero éste había vuelto a ridiculizar su obra porque seguía siendo demasiado infantil, su escritura era mediocre, seguía sin poner en práctica todo lo estudiado en sus clases teóricas y la trama seguía siendo poco creíble, incluso para un niño. Ernesto se cansó de repetirle que eso no era lo que quería y Darío se encontró sin opciones. Iba a suspender.

Por eso, hoy, cuando Darío recibió la llamada telefónica de su padre explicándole que si no aprobaba esa asignatura “de una maldita vez” le dejaría de pasar dinero, tendría que abandonar la carrera y buscarse un trabajo porque se negaba a pagar otra matrícula de esa “estúpida asignatura de mierda”. Las palabras de su padre calaron hondo en la mente de Darío que no paraba de repetirlas en su cabeza. Se negaba a volver a su casa sin carrera, le asustaba ser un fracasado y que, el resto de su familia, le humillara por no haber podido sacar una carrera tan fácil como esa. Sería una decepción para su padre que trabaja con escritores, para su madre, que también trabaja rodeada de libros. Y para él mismo. No podía permitirse ese fracaso y haría lo que fuera para demostrarle a su padre que se equivocaba.

Aprovechó que su amigo Noel había salido a correr por la mañana como hacía todos los días. Esta vez le dijo que no se preocupara si tardaba más de lo normal porque después de correr quería darse un baño en la playa con su hermano Donato, aprovechando la llegada del verano y del fin de las clases. Así que Darío dedujo que tendría más tiempo a solas en su casa, entró en la habitación de Noel y ahí, como si supiera lo que iba a hacer y le estuviera esperando, estaba el ordenador portátil de Noel encendido.

Tenía la pantalla apagada, pero solo bastó un movimiento del ratón para que la pantalla se iluminara de nuevo. Apareció el escritorio del ordenador y Darío se encontró con decenas de carpetas, cada una con el nombre de uno de sus relatos, donde, aparte del archivo en Word, también había imágenes de actores y actrices que representaban a los personajes, incluso dibujos, mapas, árboles genealógicos, resúmenes, portadas, información de investigación acerca de un hecho histórico u de otra índole y muchas cosas más. Darío se sintió algo abrumado desde el primer momento. No solo por la cantidad de información que había en el ordenador de su amigo, sino por el hecho de tomar conciencia de lo que estaba haciendo y de lo que iba a hacer: robarle una de sus historias a su amigo.

Una historia en particular le llamó la atención porque el título de la carpeta en la que estaba guardada era precisamente “Sin título”. Darío pensó que si esa historia no tenía título era porque, quizás, su amigo había comenzado a escribirla hacía poco tiempo y todavía no la había dado a conocer. A lo mejor era un proyecto que nunca acabó o algo en lo que estaba trabajando como hobby, algo para sí mismo y no para la universidad y, por tanto, había todavía menos posibilidades de que alguien conociera esa historia y se diera cuenta del plagio.

Sacó su pequeño pendrive de su bolsillo, lo abrió e insertó el objeto en el puerto USB del portátil de Noel. Copió la historia y lo dejó todo como estaba antes de que irrumpiera en la habitación de su compañero de piso. Volvió a su habitación, pasó la historia que acababa de copiar a su portátil y editó algunos detalles. Le dio nombre a la historia después de leerla. La tituló directamente “Las aventuras de Philippe Quinault”. En cuanto terminó de editar los detalles que creyó necesarios, pasó su revisión final de nuevo al pendrive y se dirigió a una papelería cercana a imprimir y encuadernar la novela terminada de Noel que contaba con 220 páginas.

Luego fue caminando hasta la universidad, que estaba bastante cerca, entró en la facultad de Filología y se dirigió al despacho del profesor Ernesto López. Ernesto no estaba, pues por las mañanas normalmente da clases, pero tiene un pequeño buzón en la puerta de su despacho en el que puedes dejar tus trabajos. Rezó porque le gustara y creyera que estaba bien. Al fin y al cabo, lo había escrito Noel y su amigo tenía un talento innato para la escritura.

Si suspendía entendería entonces que no era culpa de su buena o mala escritura, sino del profesor, que probablemente no le gustara Darío y, por eso, se valía de cualquier oportunidad para menospreciar su trabajo y pisotear su moral.

En su camino de regreso a casa, hizo una parada para reflexionar sobre lo que acababa de hacer. Si lo pillaban no solo significaba su expulsión de la carrera, sino de la posibilidad de volver a estudiar de nuevo, ya que siempre cargaría con ese sambenito. Pero lo que más le preocupaba de ser descubierto, era perder la amistad con Noel. Su amigo se sentiría defraudado y triste, y todo sería por su culpa. No podría volver a tener el mismo nivel de confianza y complicidad con él, si es que algún día decidía volver a dirigirle la palabra. Aunque ya le estaba perdiendo con su actitud de estos últimos meses, causada por los celos y la envidia.

Reanudó su camino de vuelta a casa desechando cualquier pensamiento negativo, siendo optimista y pensando que, en cuanto volviera a casa, intentaría volver a recuperar su amistad con Noel. Era algo que apreciaba y valoraba mucho como para echarlo a perder por los celos. Sobre todo, si conseguía salirse con la suya y aprobar esa asignatura, Noel no tendría que enterarse nunca de lo que había hecho.

Noel:

—¿Noel? —la voz al otro lado de la línea sonaba familiar, pero el joven no fue capaz de distinguirla.

—Sí. ¿Quién llama? —preguntó él intrigado.

—Soy el profesor Ernesto.

—¡Profesor! ¿Ocurre algo? —Noel se relajó al saber que era su profesor el que llamaba, pero seguía alarmado, dado que nunca antes le había llamado por teléfono.

—Sí, verás. Quería hablarte sobre algo muy delicado y espero que me digas que tú no sabías nada de esto. Pues no creo que seas tan idiota de pensar que no me daría cuenta.

—Ehm… —balbuceó Noel, no se esperaba esa respuesta— ¿Qué pasó?

—He recibido esta mañana una copia de tu novela, la que has escrito sobre tu antepasado. Está firmada bajo el nombre de Darío García Sastre. Soy consciente de que ambos fuisteis alumnos míos y, por tanto, os conocéis. ¿Ha podido tener acceso Darío a tu novela?

Noel se quedó de piedra, helado. Jamás hubiese podido imaginar que algo así pudiera ocurrir. ¿Darío plagiándole? La sorpresa le hizo quedarse en silencio unos segundos, hasta que finalmente respondió.

—Sí.

Noel tenía lágrimas en los ojos por la tristeza los puños cerrados de la rabia. Aunque seguía habiendo algo de incredulidad. Darío era su amigo. Su mejor amigo.

—Era lo que imaginaba. Necesitaba tu confirmación. Tengo que hacerte otra pregunta: ¿Tuvo Darío tu permiso para copiar tu novela?

—No, nunca haría algo así —Noel se limpió las lágrimas que bajaban por su cara y se sentó en el sofá que tenía al lado.

—Vale, pues… Lo siento mucho, hijo. Entiendo que te sientas traicionado, pero guarda la calma. Yo me encargaré personalmente de llamar al decano y, a partir de ahí, solo será cuestión de papeleo burocrático el expulsar a este alumno de la universidad.

—Gracias —respondió Noel y colgó el teléfono rápidamente.

Noel permaneció sentado en el sofá. Su hermano había salido a comprar a un supermercado cercano y tardaría un rato en volver. Pensó que así era mejor, pues nadie lo vería llorar. Su llanto no se debía a que alguien hubiera plagiado su obra, eso era lo de menos, porque tenía cómo demostrar que él era el autor de esa historia. Su dolor era causado por la persona que le había plagiado: Darío, su mejor amigo.

En ese momento se oyeron unos pasos cerca de la puerta de su casa. Luego se escuchó cómo la llave entraba en la cerradura y en un instante los dos chicos quedaron cara a cara.

—¡Noel! —exclamó Darío que no esperaba encontrarse con su amigo de frente al abrir la puerta.

—¿De dónde vienes? —preguntó Noel, que ya sabía la respuesta, pero quería ver hasta donde era capaz de mentir su amigo.

—De la uni, he salido a entregar mi relato a Ernesto —respondió Darío algo nervioso.

—¿Tu relato? —demandó Noel con rapidez.

—Sí, había que escribir un relato para su asignatura, ¿recuerdas? Hoy se entregaba —Darío se sintió aún más nervioso e inquieto, ¿era posible que Noel supiera la verdad?

—Ah, sí, claro. ¿De qué escribiste tu relato? —volvió a preguntar Noel con intenciones de que Darío confesara.

—Sobre un mundo imaginario —respondió él recordando su primer intento de novela que su profesor rechazó— donde no existía la violencia y todo el mundo vivía feliz.

—¿En serio? —Noel se sorprendió al escuchar las palabras de su amigo por dos razones: pensaba que estaba mintiendo e inventándose todo eso en el momento y porque, de ser verdad, sabía que a su profesor no le gustaría una trama como esa.

—Sí, puedo enseñártelo si quieres —concluyó Darío, que todavía guardaba una copia en su ordenador.

—¡Claro! —exclamó Noel— ¿Podrías enseñármelo ahora mismo? —exigió.

—Esto… Sí, cómo no —Darío comenzó a sudar porque en su ordenador, no solo tenía esa historia de la que le había hablado a Noel, sino la copia que había hecho de Las aventuras de Philippe Quinault. Además, su historia del mundo imaginario estaba inacabada.

—¿Tienes una copia impresa? Me gustaría poder leerla cuanto antes, seguro que me gustará —comentó Noel intentando sonar todo lo sarcástico posible.

—Noel, yo… —Darío no sabía qué mentira contarle a su amigo para no tener que enseñarle su obra sin terminar ni que este viera la copia que tenía en su ordenador de su historia— No, no la tengo impresa. Te la pasaré luego por pendrive, ¿vale? Ahora voy a comer algo que tengo mucha hambre.

—¿Así fue como me plagiaste? —preguntó Noel dejando helado a Darío— ¿Utilizando un pendrive?

—¡Ey! —exclamó Darío intentando que su amigo dejara de avanzar hacia él— No fue mi intención, ¿vale? No quería copiarte, no quería hacerlo, de verdad. Tienes que creerme. Pero no sabía qué más hacer para aprobar. Lo siento.

—Pues tu esfuerzo no valió para nada —respondió Noel soltando el primer puñetazo a la cara de su amigo.

—Noel, escucha. Lo siento, ¿vale? —rogó Darío antes de ser empujado contra la puerta por la que había entrado— ¡Oye! No tenemos por qué hacer esto. Pediré perdón a Ernesto, repetiré la asignatura —Noel le dio un segundo empujón ahora contra la pared.

Darío siguió moviéndose y llegaron a la cocina.

—Eso está claro —anunció Noel— Fue Ernesto quién me llamó para decirme que me habías plagiado —Noel volvió a empujar a Darío contra los muebles de la cocina—. Es mi profesor de Recursos literarios, la segunda parte de Creación literaria. Y adivina qué —solicitó Noel antes de darle otro empujón a Darío, pero esta vez su compañero se le escapó.

—No lo sabía, lo siento. No quería hacerte daño o causarte un problema con Ernesto. Hablaré con él y le contaré lo que pasó. De verdad, lo siento —imploró Darío una vez más.

—Ernesto lo sabe, sabe que me plagiaste porque cada semana le entregaba un borrador con los nuevos cambios. Pero eres tan idiota que plagiaste justamente esa novela, la novela sobre mi familia —reveló Noel antes de darle otro empujón a Darío, pero esta vez se aseguró de ser certero.

El impulso de ese empujón hizo que Darío cayera sobre un mueble con las esquinas en filo. En el preciso momento que Darío cayó al suelo, se formó un charco de sangre que salía de su cabeza, justamente en la brecha donde se había golpeado con el borde de ese mueble.

Noel entró en pánico, intentó reanimar a su amigo, pero el charco de sangre se hizo más y más grande y Darío no despertaba.


El joven escritor corrió al sofá donde había dejado su móvil después de hablar con su profesor y llamó a su hermano Donato. Le contó lo que había pasado y Donato corrió a la casa de su hermano solo para confirmar que Darío había muerto.
© ITAHISA • Theme by Maira G.