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El sacrificio de Leona - Epílogo [Blogs colaboradores]

31/10/15




   Tuvieron que pasar dos años para que se celebrara el juicio contra Ríaghan. La policía había tenido tiempo suficiente para investigar, entre otras pruebas, el teléfono móvil de Leona hallado escondido en la habitación de Eóghan. En él habían recuperado miles de mensajes entre la pareja en los que se apreciaba claramente cómo ella se había ido enamorando. 

   El último decía “Puedes escaparte de casa? Tengo ganas de verte esta noche”. Ella había respondido que sí y fue hasta aquella casa maldita donde vivían Ríaghan y sus hijos. Leona sabía que esa era la casa de Eóghan y la fotografía que le pidió a Muriel era para enviársela a él. De esa forma el joven se aseguraba de que la chica sabía a donde tenía que ir. 

   Al llegar la sorprendió escuchar otra voz de mujer, Eóghan le había dicho que era huérfano y que vivía con su padre adoptivo y que no tenía madre, así que hizo lo mismo que haría Muriel después y observó por la ventana. Lo que vio la aterró, estaban construyendo una especie de altar, reconoció el símbolo celta sobre la puerta que a Muriel le había resultado tan curioso y supo que se trataba de un símbolo antiguo para referirse a la Muerte.

   En ese momento dio media vuelta y le escribió aquel mensaje a Muriel que ella no vería hasta la noche siguiente. Brion, que tenía la costumbre de salir fuera de la casa a fumar cigarrillos, vio a Leona como vio a Muriel e hizo lo que se suponía que debía hacer. No quería, pero la opción era peor para él. Atacó a la chica por detrás y la metió dentro de la casa.

   Ahí fue cuando Leona vio la cara de Eóghan detrás de un hombre que se presentó como Ríaghan. La joven intentó escapar, pero entre todos se lo impidieron. En ese momento asumió su destino y, aunque opuso resistencia y gritó por ayuda, algo dentro de ella sabía que no saldría con vida de esa casa. La llevaron a la habitación que se veía desde fuera, donde estaba el altar, la acostaron y la ataron y Ríaghan se acercó con un sedante que luego encontrarían en la autopsia.

   A partir de ahí Leona lo único que escuchó fueron unas palabras en celta que hablaban sobre sacrificios humanos, el camino a la libertad, la belleza de la muerte e historias de ese tipo. Cerró sus ojos y volvió a abrirlos cuando sintió el frío metal del cuchillo clavarse en su interior. Era su novio Eóghan el que sujetaba el mango mientras lloraba sobre ella. 

   Al terminar limpiaron a Leona para no dejar ninguna prueba, la metieron en el maletero del coche y la llevaron a su casa, como una muestra de arrepentimiento o de piedad para con la familia. Se fijaron en que todos estaban en el lado opuesto de la mansión bailando y cantando y dejaron allí el cadáver frente al perro que luego Muriel escucharía ladrar desesperadamente.

   Pero en el juicio Ríaghan admitió haber sido él el asesino y, a pesar de los mensajes entre Leona y el otro chico, no pudieron demostrar que lo había hecho otro. El líder nunca reveló la razón real del asesinato de Leona. Nunca nadie supo nada sobre los sacrificios ni el significado que tenían estos, que era el paso de niño a hombre, ni que se trataba de algo que llevaba haciendo su familia durante generaciones. Muriel, en su breve secuestro, había sido capaz de deducir que aquello se trataba de una especie de secta, pero la policía tampoco había podido demostrarlo porque todos los extraños objetos que guardaban relación con sus creencias habían desaparecido de la casa horas antes de que llegara la policía.

   Todo, a excepción del teléfono móvil que Eóghan había escondido en su habitación con la esperanza de que algún día fuera encontrado como finalmente se hizo, fue transportado por los chicos a un vertedero municipal antes de su huida aquella noche. Posteriormente se habían hospedado en un motel donde Aodhan, el chico que había discutido con Ciara cuando encontraron a Muriel, quiso continuar la tradición familiar usando el dinero que Ríaghan le había dado para construir una nueva vida todos juntos.

   Pero Brion se armó de valor y se reveló contra él, pelearon e intervino Eóghan que se llevó al chico a otra habitación donde pasaron la noche planeando cómo huir. Tanto Brion como Eóghan estaban asustados pero tomaron su equipaje y salieron discretamente del motel, llegando a una carretera donde hicieron autostop y ahora cada uno había tomado su camino: Brion trabajaba como herrero en el norte de Gales y Eóghan estudiaba Teología en Londres gracias a una beca.

   A Aodhan lo arrestaron poco después y pasó unos años en la cárcel por diferentes atracos con violencia como había visto hacer a Ríaghan. Y del resto, inluyendo a Ciara nadie volvió a saber nada. Cada uno tomó su camino y curiosamente, ninguno salvo los mayores, había continuado su vida en la violencia. 

   Finalmente el jurado llegó a un veredicto después de tres días. Encontraron a Ríaghan culpable y el juez lo condenó a veinticinco años de cárcel solo por el crimen de Leona, más una década por otros delitos. En total, Ríaghan nunca saldría de prisión igual que Leona nunca saldría del panteón.


FIN

Este epílogo se ha publicado el 31 de octubre a las 23:37 que fue exactamente el día y la hora a la que Leona le escribió su último mensaje a Muriel, ¿lo recuerdas?

El sacrificio de Leona - Capítulo 4 [Blogs colaboradores]




   Justo después de oír esas palabras a Ríaghan se le congeló la sangre. Apoyó su espalda contra la pared, dio un largo suspiro y pensó en lo que iba a hacer. Luego subió las escaleras para salir del sótano dejando a Muriel de nuevo sola y a oscuras.

—Recojan todas sus cosas, muchachos. Nos vamos de aquí mañana mismo —ordenó Ríagham sin dejar notar su nerviosismo.

   Se escucharon algunas preguntas, algunas quejas y algunos bufidos, pero nadie dijo nada más. Todos fueron a sus habitaciones, hicieron lo que se les había pedido y fueron metiendo sus ropas y sus objetos personales en bolsas y cajas de cartón. No era la primera vez que se mudaban de un lugar a otro, siempre existía la posibilidad de dejar un cabo suelto y con Leona habían cometido muchos errores, el primero fue dejar que uno de los suyos se enamorara de ella.

   Eóghan era uno de los chicos más jóvenes del grupo de extraños hermanos, tenía la misma edad que Leona, de hecho la noche del asesinato era su decimosexto cumpleaños. Y tal y como mandaba la tradición, a los dieciséis años se celebra un ritual de magia negra en el que el joven debe sacrificar a una virgen para convertirse en hombre y esa noche, la noche de Todos los Santos, era la indicada. 


   En muchas civilizaciones antiguas, como la celta, el paso de niño a hombre era un acontecimiento muy importante dentro de las pequeñas aldeas; en algunos lugares este hecho se producía cuando el joven cumplía los catorce y en otras a los dieciséis. El caso es que no importaba mucho la edad, sino la propia celebración donde eran importante los sacrificios humanos para así demostrar a los dioses su poder. En esos sacrificios muchas veces el sacrificado era un voluntario, normalmente un varón que no había logrado pasar su prueba y quería recuperar el honor de su familia ofreciéndose para morir con lo que ellos creían que era dignidad. 

   Actualmente parece que ese tipo de celebraciones son cosas del pasado que solo podemos leer en los libros de historia, pero el padre de Ríaghan se había encargado de inculcarle a su hijo esa tradición ancestral y se había preocupado de que sus nietos la continuaran para que perdurara en el tiempo como una práctica familiar. Pero al descubrir su esterilidad, Ríaghan tuvo que improvisar para no decepcionar a su padre y comenzó a adoptar a niños que encontraba por la calle.

   Cuando murió su padre, murió también parte de la tradición y Ríaghan perdió la cabeza. Fue entonces cuando la adopción se convirtió en secuestro y cuando los sacrificados dejaron de ser hombres voluntarios y pasaron a ser muchachas jóvenes e incrédulas a las que poder engañar más fácilmente. Poco a poco sus hijos fueron creciendo y cuando el mayor llegó a la edad idónea para llevar a cabo su rito lo hizo con las nuevas adaptaciones de su padre adoptivo.

   Fueron pasando los años y desde esa primera ofrenda, Ríaghan nunca había tenido un muchacho que cumpliera años la víspera al día de Todos los Santos. Por eso la muerte de la joven Leona había sido tan perfecta y bella a los ojos de Ríaghan, era como si los dioses se la hubieran entregado a él como regalo y no al revés.

   Pero para Eóghan esa noche no había sido tan perfecta y se encontraba encerrado en su habitación, recostado sobre su cama. Pensó mil veces en ese momento y que podía haberse negado, pero de hacerlo no hubiese solucionado nada, Ríaghan le habría apartado la daga de las manos y lo hubiese hecho él, y, después de eso, a él le habría esperado la mayor de las torturas tanto físicas como psicológicas por haber desperdiciado tan bella oportunidad.

Otros chicos, como Brion, que había sido quien capturó a Muriel esa noche, tenían quince años y estaban a punto de cumplir los dieciséis, y, al ver el estado en el se encontraba Eóghan deseaba aún más escapar de ese lugar. Incluso si para ello tenía que dejar atrás a su hermana biológica Ciara que parecía disfrutar de lo que hacían en esa casa.

 ***
   Mientras tanto, en su pequeño apartamento, Dougan miraba el reloj de la pared de su dormitorio con preocupación e impotencia. Sabía que tenía que haber acompañado a Muriel, pero tampoco quería agobiarla porque entendía perfectamente su necesidad de estar sola. Aún así, decidió llamarla una segunda vez. 

   El móvil de Muriel vibraba en su bolsillo, sabía que era su marido, pero por mucho que intento zafarse de las cuerdas que la ataban, no lo logró y la llamada terminó. 

   Pasaron los minutos y Ríaghan había pensado en las diferentes maneras en las que podía deshacerse de su peculiar invitada sin llamar la atención de los policías y de la prensa local que está alrededor de la mansión, a tan solo unas calles de allí. Pensó en meterla dentro del maletero de su coche y dejar su cadáver en algún lugar cercano, como había hecho con Leona, pero ya estaba amaneciendo y sus vecinos podrían verle, así que pensó que lo mejor sería esperar a que cayera de nuevo la noche y aprovechar el día para recoger todas sus cosas.

   La tercera llamada de Dougan tampoco dio resultados y pensó que, después de todo lo ocurrido, lo mejor sería ir a la policía. Los agentes de policía llamaron al departamento de Homicidios que se pusieron en contacto con sus colegas de Arklow y estos se pusieron a trabajar enseguida.

   El joven reportero cogió su coche y se posicionó en la comisaría de Arklow en cuarenta minutos. La primera noticia que recibió fue que habían logrado triangular la señal del teléfono de Muriel allí, en esa ciudad, así que no tardarían mucho más en averiguar de dónde provenía exactamente.

   Para cuando Dougan salió de comisaría el sol brillaba con fuerza. Esa mañana Ríaghan había metido todo el equipaje de sus chicos en los diferentes coches que tenían y los acompañó hasta una carretera secundaria alejada de la población donde esperarían a que él regrasara después de encargarse de lo único que quedaba pendiente: matar a Muriel. 

   Pero en el momento en el que estaba llegando a su casa se vio rodeado de coches de policía y un helicóptero que vigilaba la zona por si había un tiroteo o una persecución. La escena nuevamente parecía de película y Muriel lo escuchaba todo aliviada desde el sótano. 

   Finalmente Ríaghan fue detenido y pudieron rescatar a Muriel que se había librado por poco de acabar como su amiga. La llevaron a comisaría y allí se reencontró con Dougan.

—Recibí un mensaje, era de Leona y yo... lo siento mucho —Muriel rompió a llorar y Dougan la abrazó tiernamente—. Tenía que haberte avisado y haber avisado a la policía, pero tuve miedo de que no me creyeran y de involucrarte en esto, lo siento —se disculpó sin soltarse del abrazo de su marido.
—Tranquila, volveremos a casa y todo habrá pasado —respondió él pasándole la mano por la mejilla y limpiando sus lágrimas.

   Ese día la policía, gracias a las huellas dactilares, descubrió que buscaban a Ríaghan en medio Reino Unido por atracos con violencia, allanamientos y por el secuestro de dos niños mellizos, una niña y un niño: Ciara y Brion MacKenzie. Desgraciadamente, al enterarse del arresto de Ríagham, todos sus discípulos huyeron, incluyendo a los hermanos secuestrados y a Eóghan, el chico que se enamoró de la chica que tuvo que matar por una estúpida tradición.

   Muriel, con sus dotes de dibujo que utilizaba para los bocetos de sus vestidos, creó un retrato robot de cada uno de los chicos que recordaba haber visto. Y la policía los difundió por todos los medios de comunicación, pero no dio resultado.

   Pasaron las semanas y el cuerpo de Leona Ní Dhochartaigh fue entregado a la familia una vez que se cerró el caso. Celebraron una hermosa misa en la catedral de Arklow y fue llevada a un panteón familiar del cementerio situado detrás de la catedral. En el lugar se encontraban todas sus amigas del instituto, más familiares y curiosos. Todos habían llevado flores, cartas de despedida, fotografías, y cientos de objetos que se acumularon en una pequeña mesa dentro del panteón. 

   Después de una media hora la gente comenzó a marcharse y fue entonces cuando Muriel tuvo el valor de acercarse y entregar un pequeño obsequio: se trataba de un caleidoscopio. En sus múltiples conversaciones Leona mencionó una vez que de niña había tenido uno, pero que Connor, celoso porque a él no le habían regalado otro, se lo arrebató y en la pelea, el juguete se había roto. 

   La familia observó el detalle y fue Áine quien se acercó a darle un abrazo, luego le siguió Seamus y por último Connor que no tenía otra intención en su abrazo que el de mostrarle su agradecimiento por haber descubierto al asesino de su hermana. 

   Los cuatro se quedaron allí unos minutos más, observando el nombre de Leona y el de Declan. A Muriel le daba mucha tristeza que Áine y Seamus hubieran perdido a un hijo en un accidente y ahora a una hija. Sobre todo sabiendo lo perturbador y escalofriante que había sido la muerte de Leona.

   Al salir del panteón, Muriel y la familia Dochartaigh descubrieron que caían copos de nieve, los primeros copos de nieve del invierno y sonrieron al cielo.

¿En qué categoría se clasifica mi obra literaria?

27/10/15

¡Hola hola! Sé que muchos de vosotros sois escritores y a veces, después de escribir una historia, cuesta decidir en qué categoría clasificarla y nos surgen dudas como: «¿Es un microrrelato o relato corto? ¿es un relato o llega a novela?». 



Antes de empezar me gustaría decir que la información que os traigo la he recopilado de dos páginas fantásticas que ya os he recomendado anteriormente en este blog. Se trata en primer lugar de Cafetera de letras: La cantidad de palabras en una obra y de Literautas: ¿Cuántas palabras tiene una obra literaria?

La clave para saber cuál es la diferencia está en el número de palabras de tu escrito. En este post voy a darte unas cifras orientativas para que no vuelvas a tener más dudas.

hasta 500: microrrelatos

Desde una simple oración con sentido hasta, normalmente, 250 palabras se considera un microrrelato, aunque algunos pueden llegar a alcanzar las 500 palabras.

DE 500 a 1500: relatos

Aquí entra el debate entre relato o cuento porque mucha gente empieza a contar a partir de 1000 como cuento y otros quieren acabar el relato en muchas más palabras que el límite del cuento y nadie respeta esos límites por lo visto. Así que mientras en Cafetera de letras nos cuentan que entre 1500 palabras se trata de un relato (ni corto ni largo solo relato) en Literautas nos dicen que de 500 a 18000 (menudo salto) se trata de un cuento o relato corto. Como ven en este apartado no coinciden, pero tengo que decir que mientras buscaba más información por Internet encontré más sitios que coincidían con Cafetera de letras.

de 1500 a 7500: cuentos

Aquí yo sigo teniendo un debate interno entre este apartado y el anterior. El anterior, si fuera por mí, lo pondría como relato corto y este como relato largo. Algunos quieren agrandar hasta 20000 palabras lo que alcanzaría la categoría de novela corta no de cuento, así que yo me quedo con estas cifras que os he puesto.

de 7500 a 17499: noveleta

Esta palabra me hizo mucha gracia porque la desconocía totalmente. De hecho en un principio había leído novelita, pero es noveleta. También lo he visto escrito novelette o novelet. Este apartado no está recogido en Literautas y creo que es muy importante. Casi todas mis historias se clasificarían aquí o en el siguiente epígrafe, así que lo tendré muy en cuenta.

de 17499 a 45000: novela corta

Este tipo de narración, igual que el anterior y el siguiente son novelas, pero al tener diferente extensión, se hace una pequeña diferenciación en el nombre, pero siguen siendo novelas. En Literautas nos dicen que la novela corta empezaría en las 20000 palabras y acabaría en las 70000. Me parece una exageración considerar 70000 palabras "corta", en el resto de páginas que he visitado están de acuerdo con que la novela corta se sitúa entre las 15000 y 40000 palabras.

a partir de 50000: novela

Aquí es a donde me gustaría llegar escribiendo algún día. Después de la novela también podemos escuchar hablar de las novelas largas. Al igual que las noveletas y las novelas cortas que son menos extensas que las novelas y por eso las llamamos así, las novelas largas son mucho más extensas que las novelas, se situarían a partir de las 80000 según algunas fuentes, pero no he encontrado mucha más información. 

Y eso ha sido todo, ¿os ha servido de algo este post? Yo comencé a hacer una página para el blog donde tener ordenadas todas mis historias para que no se os escape una, pero no sabía nada de noveletas antes de eso, así que la voy a rehacer y ya os avisaré cuando esté hecha, de momento se ve así. Espero leer vuestra opinión en los comentarios, que tengáis buena semana ❤

El sacrificio de Leona - Capítulo 3 [Blogs colaboradores]

25/10/15



   Muriel se quedó mirando la pantalla de su teléfono móvil unos segundos antes de decidir qué iba a hacer. La policía ya la creía sospechosa, no solo había encontrado ella el cadáver de Leona sino que había actuado de una manera algo distante y extraña delante del policía que la interrogó. Si acudía ahora a comisaría con ese mensaje podrían pensar que esa fue su oportunidad para cometer el crimen y le entró pánico de que pudieran pensar algo así.

   Y luego estaba Dougan, podía contárselo a él, pero no quería involucrarlo en nada de eso. Sobre todo si lo habían mandado a Arklow ese día a cubrir la noticia de la muerte de Leona, si se lo dijera, una parte de él querría salir con la cámara para grabarlo todo y tener la exclusiva y Muriel se negaba a que eso ocurriera. Quería a su marido y quería que tuviera éxito como periodista de investigación, pero no a costa de convertir la muerte de su amiga en un circo mediático. Ya era suficiente con la prensa local que especulaban por televisión y por radio acerca de quién podría ser el asesino o asesina, sin importarles a quien pisotearan.

   Decidida, Muriel se levantó de la cama, abrió el armario y se vistió con su ropa deportiva habitual. En ese momento entró Dougan a la habitación.

—¿Vas a salir? —preguntó él algo desconcertado.
—Sí... yo... he estado durmiendo todo el día y ahora no tengo sueño, además, necesito que me dé el aire fresco. ¿Lo entiendes, verdad?
—Claro, pero puedo ir contigo si quieres, ¿a dónde te gustaría ir?
—Dougan... necesito estar sola por un rato. Te llamaré si necesito algo, ¿vale? 

   Muriel cogió su teléfono móvil y las llaves del coche y condujo hasta Arklow. La repentina adrenalina que le recorría todo su cuerpo la mantenía en un estado de alerta. Hacer algo así era impropio de ella, sabía que corría peligro yendo sola al lugar donde supuestamente encontraría una pista sobre el asesinato de Leona y tenía miedo. Pero a la vez había algo que la empujaba a hacerlo, de lo contrario, simplemente habría llamado a la policía para que ellos se encargaran de investigar.


   La mañana del día anterior Muriel y Leona habían salido a dar un paseo desde la mansión hasta una carretera algo solitaria donde apenas pasan coches o personas, en total unos tres kilómetros. Pero el mensaje de Leona no especificaba qué lugar exacto de todos por los que habían pasado era en el que se encontraba, así que se dirigió a esa carretera solitaria, dejó el coche aparcado fuera de la calzada y comenzó a caminar rehaciendo el camino a la inversa.

   El frío de la noche le vino bien para despejarse y el caminar la tranquilizó un poco, ya que en el coche había estado muy nerviosa. Mientras caminaba intentando esquivar los cientos de envoltorios de caramelos que había en la carretera se fijó en una casa que llamó su atención. Estaba a tan solo unas calles de la mansión, de hecho ya había recorrido casi al completo el mismo paseo que había hecho con Leona, y no había encontrado nada. Pero al ver esa casa recordó algo importante y caminó hacia ella.

   Lo que había recordado es que Leona le había pedido que le sacara una fotografía con esa casa de fondo. En aquel momento no supo qué tenía de especial, pero hizo la fotografía igualmente. Y ahora pensaba que quizás, sí que tenía un significado para ella. 

   Se acercó a la puerta, pero no se le ocurrió llamar, solo quería ver de cerca la rarísima inscripción celta que estaba tallada en madera y atornillada sobre la puerta. Muriel no tenía claro de qué se trataba, quizás era una tradición que desconocía o algo que la gente supersticiosa hace, como colocar herraduras de caballo para atraer a la buena suerte. 

   Tanto a la izquierda como a la derecha habían dos grandes ventanas, pero la izquierda estaba cerrada, así que se acercó al otro lado para intentar espiar. Con la poca luz del interior logró ver una mesa en la que había varios objetos extraños encima: una calavera, varios candelabros y unas cuantas cosas más que no supo identificar por su silueta. Y al fondo pudo ver un atril con un libro enorme abierto por la mitad sobre él y reflejos de luz en los cristales de varios cuadros que estaban colgados por todo el salón. 

   Quizás a la luz del día aquello era todo inofensivo, incluso ridículo, porque podría tratarse de la decoración de Halloween de alguien inocente. Pero no estaba convencida y quiso averiguar más. Se acercó por el otro lateral de la ventana para observar el resto de la habitación y al hacerlo tiró unas calabazas que estaban por fuera de la casa y que chocaron con varias latas de refrescos vacías.

   A Muriel se le heló la sangre de miedo y corrió a esconderse detrás de uno de los coches que estaban aparcados en la calle. El ruido no había sido para tanto, quizás nadie lo escuchara o quizás la persona que lo escuchara y saliera a ver qué había pasado pensara que se trataba de un gato callejero que había ido a comerse lo que quedaba de las calabazas. Pero aún así, a Muriel le sudaban las manos, el corazón le iba a mil por hora y le temblaban las rodillas. A lo mejor no había sido tan buena idea hacer de detective, pensó, y de pronto sintió una mano sobre su boca.

   Fue como si todo se quedara en silencio y se paralizara. El hombre que le tapaba la boca para que no gritara la levantó del suelo agarrándola contra su cuerpo y golpeó la puerta de esa extraña casa. Abrió la puerta un chico moreno de ojos azules que se quedó boquiabierto a ver a su amigo con una desconocida. Al entrar Muriel pudo ver que eran varios, unos seis o siete, los que se encontraban dentro en ese momento y el chico que la había capturado la soltó en ese momento y se colocó delante de la puerta para que no pudiera escapar. 

   Ella hizo varias preguntas que alertaron a los demás que bajaron de sus habitaciones, pero nadie dijo nada, nadie respondió a sus preguntas ni ellos hicieron ninguna. Llevaron a Muriel al sótano donde la ataron a una silla y la amordazaron. No le preguntaron quien era, ni siquiera comprobaron sus bolsillos para ver si llevaba un arma, cerraron la puerta con llave tras de sí y la dejaron sola y a oscuras.

—¿Y ahora qué hacemos con ella? —preguntó una chica de pelo castaño y ojos negros como la noche.
—Tranquilízate, Ciara. Haremos lo que tenemos que hacer, lo llamaremos y él se encargará —respondió un joven atlético de piel pálida, rubio y ojos verdes.
—¿Y si es una poli? ¿lo has pensado? —increpó Ciara de nuevo.
—Tu hermano dice que venía sola.
—Sí, ya, ¿y ahora nos fiamos de él?

   Desde el sótano Muriel solo podía distinguir que estaban discutiendo por los gritos de Ciara, pero no lograba entender ninguna palabra, era imposible saber qué estaba pasando y qué iban a hacer con ella.

   De pronto se hizo el silencio, había llegado Ríaghan, el líder de todos aquellos chicos. Ríaghan los había acogido a todos cuando habían quedado huérfanos o habían sido expulsados de casa o nunca habían tenido un hogar. En total trece chicos y chicas de diferentes edades a los que Ríaghan había manipulado mentalmente para convertirlos en él. Y la verdad es que era muy fácil. Estos chicos tan necesitados de cariño y afecto solo buscaban la aprobación del adulto para sentirse bien y la única forma de conseguir eso era obedeciendo, poco a poco las órdenes se convirtieron en algo normal de cada día y quedaron totalmente bajo el control de su “padre”.

—¿Dónde está la chica? —preguntó Ríaghan al entrar en tono autoritario.
—En el sótano —contestó Aodhan, el chico que había discutido con Ciara.

   El hombre bajó los escalones y se encontró con la joven diseñadora maniatada. 

—Muy bien muchacha, te haré unas preguntas —comenzó diciendo Ríaghan y encendió la luz— y si no las respondes acabarás muerta. Asiente si lo entiendes —Muriel asintió y Ríaghan se acercó para quitarle la tela de la boca.
—¿Quién es usted? —preguntó Muriel.
—Las preguntas las hago yo. ¿Quién eres y qué haces aquí?
—Solo soy una buena amiga de Leona Ní Dhochartaigh —respondió ella altiva.

   Muriel tenía sus sospechas, pero el rostro desencajado de Ríaghan se las confirmó. El lugar parecía una secta satánica. Había dibujos e imágenes diabólicos por todo el sótano y, obviamente, por como la habían tratado y la amenaza de matarla, eran personas peligrosas, ¿pero qué relación podría guardar Leona, una chica de diecisiete años, con un sitio como este?

El sacrificio de Leona - Capítulo 2 [Blogs colaboradores]

23/10/15




   Muriel estaba de pie, con una manta gris por encima de sus hombros que la mantenía caliente, viendo cómo llegaba la policía y empezaba a sacar fotos de todo. Parecía que estaba dentro de un capítulo de alguna serie de detectives que tanto le gustaban, salvo que esta vez su amiga era la víctima.

   La policía la había interrogado brevemente para confirmar que había sido ella quien descubrió el cadáver y ahora estaban dentro con los padres. Desde fuera, Muriel podía escuchar perfectamente los sollozos de Áine, esa pobre mujer fría como un témpano que parecía que nada lograba perturbarla y que ahora lloraba desconsolada.

   Una mujer de pelo cano con un traje de pantalón y chaqueta se acercó al cadáver y se arrodilló frente a él. Sacó una pequeña linterna de su maletín y empezó a describir lo que veía a los que estaban a su alrededor. Muriel no podía escuchar nada de lo que esa mujer decía desde su posición, aunque no le hubiese gustado hacerlo. No quería saber los detalles de cómo había muerto su amiga, solo quién y por qué.

   Unos minutos después, la mujer se levantó y asintió con la cabeza a la pregunta que un hombre, que estaba a su derecha, formuló. El hombre, con la ayuda de otros, levantó el cadáver, lo pasó a una camilla y lo cubrió para trasladarlo a la ambulancia que estaba aparcada justo delante de Muriel. En el momento en el que pasaban por su lado, llegó un policía para interrogarla.


—Entremos —dijo él en un tono compasivo y Muriel le siguió hacia el interior de la casa.

   Al entrar vio a Áine y a Seamus abrazados y se fijó en que era la primera muestra de afecto que había visto en el matrimonio desde que los conocía. Y al otro lado de la habitación, fumando un cigarrillo, estaba Connor que le lanzó una mirada de odio a Muriel que ella no supo entender.

—¿Le parece bien si entramos y nos sentamos? —preguntó el agente señalando el despacho de Seamus  Dochartaigh.
—Está bien —respondió Muriel y entraron.

   El despacho tenía unas estanterías enormes en cada pared y había más libros en el suelo y sobre una larga mesa que llenaba la estancia. En un rincón había un pequeño sofá que se podía abrir para convertirse en cama y un pequeño mueble con cuatro cajones donde Seamus guardaba sus cosas personales. El policía se dirigió hacia el confortable sofá y allí se sentaron.

   El hombre comenzó haciendo algunas preguntas del tipo “¿qué relación guardaba con la víctima?” o “¿cómo encontró el cadáver?” y Muriel respondió calmada, pero con la mirada fija en sus manos o en algún punto de la habitación que no fuera el policía. Ella sabía que eso la haría ver como sospechosa porque parecía que ocultaba algo, pero en realidad solo intentaba no pensar en el cuerpo sin vida de Leona tirado en el jardín e intentaba desesperadamente huir mentalmente de esa situación.

   No fue hasta las tres y cuarto de la mañana cuando Muriel por fin pudo salir de ese despacho. Aún seguían algunos invitados respondiendo a las preguntas de los policías, también el servicio de limpieza, del catering, cualquiera que trabajara en la casa esa noche y, por supuesto, la familia.

—¿Ya me puedo marchar? —preguntó Muriel confundida al policía que la había interrogado.
—Sí, claro. Ya la llamaremos si tenemos más preguntas —respondió él y Muriel asintió.

   Antes de irse la joven recogió su bolso y la ropa que había llevado durante el día antes de ponerse el vestido... el vestido que había diseñado pensando en Leona. Luego salió por una de las puertas laterales para evitar llamar la atención y se dirigió a su coche.

—¿¡Tú sabes algo!? —preguntó Connor asaltándola por sorpresa y atrapándola entre su cuerpo y el coche—Mi hermana te lo contaba todo, erais inseparables y esta tarde pasasteis mucho tiempo juntas, ¿a donde fuisteis? —preguntó insistente Connor mientras agarraba a Muriel por el brazo para que no escapara.
—Solo fuimos a dar una vuelta, eso es todo. No me contó nada, te lo juro —Muriel intentaba apartar a Connor que seguía presionándola contra el coche con violencia—. Connor, me estás haciendo daño, suéltame —suplicó ella antes de que el joven se viniera abajo y comenzara a llorar.

   Muriel se frotó el brazo donde Connor la había sujetado y permaneció de pie, esperando a que el chico se calmara para hablar con él. Pero Connor, avergonzado, se dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a su casa. Su reacción había sido violenta, pero en parte, comprensible y Muriel se metió en su coche sintiendo muchísima lástima por él.

   Dentro de la casa todavía quedaban invitados, agotados, que querían irse a su casa. Y los señores  Dochartaigh que habían subido a sus habitaciones para descansar, aunque nadie podría dormir esa noche. La luz de la habitación de Leona estaba encendida, en ella seguían algunos policías tomando fotos, recogiendo posibles pruebas como su diario y su ordenador y buscando su teléfono móvil, que no había sido hallado en la escena del crimen ni en ningún otro lugar de la casa, ni tampoco estaba en posesión de ninguno de los invitados de esa noche.

   El trayecto de vuelta a casa se hizo largo, Muriel no había llamado para avisar de que llegaba tarde y seguro que Dougan estaría preocupado, pero no tuvo fuerzas para coger su teléfono y avisarle porque estaba demasiado cansada y afectada para tener que explicar lo sucedido por teléfono.

   Al llegar a casa tuvo cuidado de no hacer ruido al abrir la puerta y al cerrarla. Se quitó los zapatos que dejó a un lado del pasillo y caminó hasta la inmensa cocina donde a Dougan le gustaba preparar la comida. Se tomó un calmante con un vaso de agua y fue hasta su dormitorio, pero Dougan no estaba.

   Muriel volvió sobre sus pasos e inspeccionó el salón donde encontró una nota sobre la mesita. La nota decía que le habían llamado de madrugada para cubrir una noticia, Dougan era reportero, y la había estado llamando pero como no respondía tuvo que salir.

   Muriel dejó la nota donde estaba y se fue a dormir. En parte estaba aliviada de que su marido no estuviera en casa, seguía en un estado que no era capaz de definir, seguramente se tratara del shock. Y, de haber estado Dougan en casa, no habría tenido las fuerzas necesarias para explicarle todo, como se vio obligada a hacer con el policía.

   A las cinco de la tarde la despertó el teléfono de su casa. Tenía uno en el salón y otro en su mesa de noche y alargó el brazo para alcanzar el aparato y respondió a la llamada.

—¿Si?
—¡¡Muriel!! ¡Dios mío, estaba preocupado! ¿qué ha pasado?
—¿Dougan? ¿dónde estás?
—Estoy en Arklow, ¿leíste la nota que te dejé? ¿has escuchado mis mensajes? —Muriel se sobresaltó al escuchar el nombre de esa ciudad y se incorporó de la cama.
—Sí, leí tu nota, pero no he escuchado tus mensajes, me tomé un calmante y he estado durmiendo.
—Muriel... tu amiga... lo siento mucho. Me llamaron para venir aquí pero no supe que se trataba de ellos hasta que llegué, pregunté por ti y me dijeron que te habías marchado, pero no respondías mis llamadas.
—Sí, lo sé. Lo sé. ¿Cuándo volverás a casa?
—Estoy en camino, dame una media hora.
—Está bien, no tardes.

   Antes de que Dougan pudiera decir algo más Muriel colgó el teléfono y fue directa al baño. Tomó una ducha de agua caliente y fue entonces cuando comenzó a sentirse peor, se le hizo un nudo en la garganta y empezó a llorar.

   Cuando Dougan llegó a su casa se encontró con Muriel recostada en el sofá con el rostro hinchado. Se apresuró en llegar hasta su lado y la contuvo contra su pecho, abrazándola sin decir ni una sola palabra hasta que anocheció.

   Cuando Muriel se tranquilizó se levantaron del sofá y ella empezó a recoger su bolso y sus zapatos que había dejado tirados esa mañana al volver a casa. Los fue a llevar a su habitación y de su bolso sacó su teléfono móvil que se había apagado por falta de batería y por eso no había recibido las llamadas ni los mensajes desesperados de Dougan hasta esa tarde cuando la llamó a casa. Probablemente, pensó ella, se hubiera apagado durante la fiesta.

   Lo dejó enchufado a la corriente y volvió con Dougan. Apenas probó la cena, se tomó una pastilla para el dolor de cabeza y volvió a la cama mientras Dougan lo recogía todo.

   Al acostarse encendió su teléfono móvil para ver sus mensajes. Como suponía la mayoría eran de Dougan, también esperaba encontrar alguno de su jefe o de su madre, pero encontró otro que la dejó helada.

31 octubre. 23:37 p.m.
Leona Ní Dhochartaigh:
Muriel, estás en la fiesta? Sal de ahí y ven a donde fuimos esta mañana, está pasando algo raro.

Reto 5 líneas de octubre: Primavera árabe

22/10/15

¡Hola hola! Hace unos días me apunté al reto 5 líneas del blog Las palabras soñadas. Os invito a participar porque es muy divertido: cada mes propone tres palabras y con eso debemos crear un microrrelato de 5 líneas jajajaja. Pueden salir cosas muy guays de ahí. Este mes han sido: miraba, pensando y primavera. Y con esto he creado lo siguiente, espero que os guste ^^

Todos a mi alrededor gritaban y me empujaban y yo me dejaba llevar a través de la gran multitud. Mi hermano Rashid me miraba asustado y se aferraba aún más a mi mano mientras yo estaba pensando en cómo salir de allí. Finalmente pude abrirme paso entre la gente y llegar a un lugar seguro donde me senté junto a mi hermano y pude escuchar a un periodista decir que estábamos ante un hecho histórico: la Primavera Árabe.

Tutorial Blogger: ¡Cómo seguir a más de 300 blogs!

21/10/15


¡Hola hola! Estos últimos meses me he apuntado a iniciativas para seguir blogs y en la mayoría siempre surgían problemas del tipo "no me aparece el gadget de seguidores" o "es que Blogger me dice que no puedo seguir a más de 300 blogs". Bueno, para el primer problema tenemos la solución en este post: Problema con el gadget de seguidores.

Pero solucionar el segundo problema parece más complicado porque hay que cambiarse de cuenta de correo. ¿Cómo es eso? Todos los que tenéis un correo que no sea de Gmail tendréis problemas para seguir más de 300 blogs, si hay alguien leyendo esto que tenga una cuenta que no sea de Gmail y que siga más de 300 blogs que lo diga.

Muchos os hacéis otra cuenta con el mismo nombre o parecido y con esa seguís el resto de blogs que os gustan, pero es un lío seguir blogs por un sitio y blogs por otro. La solución definitiva parece ser cambiarse a Gmail.

¿Cómo lo hago? Tenéis una forma MUY fácil de hacerlo. Os lo iba a explicar yo con capturas de pantalla y eso pero está mejor explicadito en este post de Ayuda de Blogger: Mover un blog entre cuentas.

Básicamente lo que tenéis que hacer es:

1. Crearos una cuenta de Gmail. Mi consejo es que sea fácil de recordar y no frases o apodos raros ni con números.
2. Ir a Configuración y añadir esa cuenta como si fueras a invitar a un amigo a participar en tu blog. Desde la cuenta nueva acepta la invitación y desde la cuenta vieja cambia el permiso de "Autor" a "Administrador" para que puedas editar cosas desde la nueva cuenta.
3. Elimina (o no) la cuenta vieja.

A partir de ahí podrás seguir todos los blogs que quieras, sin límite. Yo sigo a 554 y no he tenido nunca ese problema porque siempre he sido de Gmail, pero muchos no lo sois y quería compartiros este tuto tan fácil.

¡Un beso!

P.D: Hablando de iniciativas para conseguir seguidores, en mi blog personal he creado una llamada "Mis locos entre cuerdos", espero que al menos os paséis a echarle un ojo.

El sacrificio de Leona - Capítulo 1 [Blogs colaboradores]

14/10/15



   La mañana del 31 de octubre Muriel Mhic Cárthaigh conducía desde su apartamento a las afueras de Dublín hacia la mansión de los señores Dochartaigh en Arklow, una distancia que le llevaba poco más de una hora y media. En los asientos traseros estaban colocadas cinco bolsas negras de gran tamaño que contenían los trajes y vestidos para esa noche. La señora era muy exigente con el trabajo de la joven diseñadora que llevaba desde el pasado agosto tomándole medidas a toda la familia y dibujando varios bocetos. Hasta que finalmente obtuvo el visto bueno dos semanas antes, así que ese día no quería llegar tarde.

   Mientras tanto, en Arklow, el señor Seamus se despertaba junto a su esposa Áine que dormía plácidamente. Seamus se levantó de la cama y, con una bata de seda blanca, se dirigió a su despacho para ponerse a trabajar mientras todos aún dormían. Al salir de su habitación se fijó en que salía una luz de debajo de la puerta del dormitorio de su hija Leona y pensó en darle los buenos días.

   La joven de dieciséis años estaba sentada en su escritorio con los pies apoyados en un taburete mientras sostenía su teléfono móvil en las manos. El padre le regañó por pasar tanto tiempo con esos “cachibaches” y continuó la marcha hacia su despacho. Pero Leona solo respondió con un mal gesto y volvió a cerrar la puerta de su dormitorio cuando su padre salió. 

   Para Leona su padre era “un muermo” que no la entendía. Ni siquiera podía encontrar consuelo en sus amigas porque después de contarles que tenía novio y que no podía decir quien era la llamaron mentirosa y Leona se quedó sola, aunque no del todo. Al otro lado de la pantalla estaba ese chico tan misterioso que se hacía llamar Eóghan.

   Al cabo de un rato una de las sirvientas de la mansión anunció la llegada de Muriel que vestía informal con una camiseta de cuadros, unos tejanos y unas deportivas. La señora Áine que acababa de salir de la ducha y de vestirse con un traje elegantísimo invitó a la joven diseñadora a desayunar.

   Para el desayuno Leona había optado por bajar en pijama al no saber que tendrían visita, aunque se sentía tan a gusto con Muriel que no le importó que la viera así. Seamus, en cambio, al escuchar que Muriel había llegado, se había cambiado de ropa en su despacho, ya que allí pasaba muchas noches cuando discutía con su esposa y tenía ropa guardada en uno de los cajones. Y por último se sentó a la mesa Connor, el primogénito.

   Los señores Dochartaigh habían tenido otro niño después de Connor al que habían llamado Declan, pero cuando este falleció en un trágico accidente con tan solo tres años, el matrimonio se había roto por completo y nunca se habían mostrado como una familia unida. Esa también era una de las razones por las que Leona, que había nacido ocho años después de la muerte de Declan, nunca había conocido el amor en su casa.

   Después del desayuno todos pasaron a la acogedora sala que tenía un sillón muy imponente en el centro y dos sofás, uno frente al otro, a los lados. Áine se sentó en su sillón con un gesto serio para escuchar a Muriel que comenzó sacando el traje de Connor.

   Connor era un chico presumido y le gustaba vestir bien y cuidar su cuerpo, pero no tenía la obsesión de su madre por el perfeccionismo. Él se veía a sí mismo como un gran empresario que trabajaría en Dublín o en Londres y que tendría mejores cosas en las que pensar que en subir los vueltos de un pantalón. En cambio siempre parecía muy interesado en los pantalones de Muriel a la que no dejaba de acosar aún sabiendo que estaba casada.

   Después del visto bueno de Áine, Muriel continuó con el traje de Seamus que estaba sentado al lado de su hijo, pero a la señora nunca le parecía importante nada que tuviera que ver con su marido, así que Muriel pasó inmediatamente al vestido de Leona. 

   La chica estaba sentada sola en el sofá, frente a su padre y a su hermano y dejó el teléfono de lado un segundo para mirar emocionada el que sería su vestido. Muriel bajó la cremallera de la bolsa que dejaba al descubierto un vestido largo de color rojo oscuro con una gran apertura por la pierna y mucho volumen y Áine dio un respingo. Leona estaba asustada porque sabía que su madre no querría que vistiera algo así y tenía razón. Áine se puso hecha una fiera y Muriel tuvo que disculparse y sacar otro vestido.

   El siguiente vestido también era largo pero no tenía volumen y se ataba al cuello dejando parte de la espalda al descubierto, no tenía escote ni apertura por la pierna y aunque era precioso y elegante, no era lo que Leona quería lucir esa noche. Áine aprobó este nuevo vestido y Muriel continuó con el de la señora que era de color blanco impoluto y tenía algunos acabados en plata, era elegante y aburrido, como la propia señora.

   Finalmente todos se levantaron de sus asientos y Muriel pensó que sería buena idea marcharse y no volver más por allí, a pesar de estar invitada a la fiesta de esa noche, pero Leona le rogó que se quedara y fueron juntas a dar un paseo.

   Las horas fueron pasando y en la mansión la tensión iba en aumento porque se acercaba la noche y todo tenía que estar perfecto. Después del almuerzo Leona se quedó en su casa porque tenían que hacerle el peinado, pero Muriel prefirió ir caminando hasta un pequeño parque vacío donde poder sentarse y hablar con tranquilidad con Dougan, su marido. A Dougan le parecía gracioso todo lo que Muriel le contaba acerca de la señora Áine, sobre todo la parte en la que imitaba su voz y ponía sus caras, aunque por teléfono no pudiera verla. 

   En los cinco años que Muriel llevaba trabajando como diseñadora de moda había tenido clientes de todo tipo pero jamás una que le diera tantos dolores de cabeza como Áine. Muriel solo deseaba que pasara esa noche para no tener que verla nunca más, aunque pensaba mantener el contacto con Leona, ya que la veía como una hermana pequeña a la que proteger en un ambiente familiar como ese.

   Y finalmente llegó la noche y Muriel regresó a la mansión. Todo el mundo estaba alterado y ella se dirigió a una sirvienta para que le indicara donde le habían colocado sus cosas. La mujer la llevó hasta una habitación de invitados donde estaba la bolsa con el vestido rojo oscuro que era para Leona y se lo puso. Se hizo una coleta alta, se soltó el flequillo que cayó a los lados de su cara y se maquilló. Pero al ponerse los zapatos se dio cuenta de que no eran de su talla porque eran para Leona, así que fue hasta la habitación de la adolescente.

   La joven gritó que se podía pasar y Muriel entró y la encontró de nuevo con su teléfono. Muriel sabía que hablaba con un chico y entendía su obsesión, pero le recriminó que no pensara en otra cosa y Leona rodó los ojos. Estaba enfadada porque había tenido que ponerse el vestido que era para Muriel y el suyo lo llevaba ella. Se intercambiaron los zapatos y Muriel la dejó sola, aunque le recordó que tenía que darse prisa.

   Al bajar a la sala Muriel comenzó a saludar a los invitados aunque no conocía a nadie, se presentó con su nombre completo y sonrió. De pronto la música empezó a sonar y todos empezaron a reunirse alrededor del fuego a contar historias de Halloween. Connor era el centro de atención de la pista de baile y sus padres lo miraban orgullosos mientras Muriel permanecía de pie observándolo todo.

   Pasaron las horas y ahora todo el mundo estaba sentado, solo quedaban algunas personas bailando en el centro y los demás, que habían bebido más de la cuenta, hablaban entre ellos entre risas y carcajadas. Pero a Muriel le extrañó que no se encontrara Leona entre toda esa gente y decidió salir al jardín a buscarla.

   Al dejar la puerta cerrada detrás de ella fue consciente del ruido que hacía dentro y comenzó a escuchar el ladrido de un perro. Buscó con la mirada al perro o a Leona mientras seguía caminando lentamente y a unos pocos metros entrevió la silueta del animal que ladraba hacia algo que estaba tendido en el suelo, pero que era imposible de saber qué por culpa de la oscuridad.

   Muriel se acercó y vio que el perro estaba atado a un árbol y que en la dirección hacia la que ladraba se encontraba un cuerpo que creyó reconocer. La joven corrió hacia allí y cayó de rodillas sobre el cadáver de su amiga Leona.

Introducción de «El sacrificio de Leona» [Blogs colaboradores]

13/10/15

¡Hola, hola! Cuando comenzó la tercera ronda de Blogs colaboradores y vi el tema y el elemento común me quedé un poco asustada porque Halloween no es de mis fiestas favoritas, apenas sabía nada de esta fecha salvo lo que conocemos todos de las películas y por culpa de eso la inspiración no venía a mí. Después de mucho pensar, casi una semana después, he dado con una trama que creo que os puede gustar y con un personaje principal con el que creo que también lograréis simpatizar y ambientada como no en la noche de Halloween. El relato que constará de cuatro capítulos se llamará así, El sacrificio de Leona

Leona Ní Dhochartaigh es la pequeña de los Dochartaigh y con tan solo diecisiete años presume ante sus amigas de haber encontrado al amor de su vida. Muriel Mhic Cárthaigh es la diseñadora de los trajes de Halloween de toda la familia que lleva visitándoles desde el pasado agosto. A pesar de los más de diez años de edad que las separan, las chicas entablan una amistad, así que la noche de Halloween Muriel se extraña de que la joven no se encuentre disfrutando del baile como el resto de invitados y sale en su busca. Lo que encontrará esa noche va a desatar el mayor escándalo en la historia de la actual Irlanda y provocará que ya nadie quiera festejar Halloween igual.

Los apellidos irlandeses son muy curiosos, hay diferencias cuando se trata de un hombre y una mujer y también cuando la mujer está soltera o casada (para el hombre en cambio se queda igual sin importar su estado civil). Y también me di cuenta de que cuando los apellidos van detrás del nombre de una mujer sufren una mutación. Es un poco complicado ya con los apellidos, así que los nombres he querido dejarlos lo más parecido a nuestras grafías posible. De hecho, el apellido Dochartaigh en irlandés se traduce como Doherty en inglés, seguro que ese lo habéis leído o escuchado en algún libro o película. Y el apellido de Muriel, en irlandés Muirgheal, es Cárthaigh que en inglés no es otro que McCarthy. Si queréis saber más sobre esto porque, como a mí, os apasionan los idiomas o porque queréis ambientar mejor a vuestros personajes, podéis hacer click aquí.

Comienza la tercera ronda de Blogs Colaboradores

8/10/15


¡Hola, hola! Como podéis leer en el título, comienza la tercera ronda de Blogs colaboradores. Esta iniciativa la crearon +Gema Vallejo y +Sara del Pozo y trata de que durante cada ronda haya dos parejas de blogs que colaboren entre ellos: el blog de relatos escribirá una historia de 4 capítulos y el blog de reseñas se leerá la historia y la reseñará en su blog. A cambio el blog de escritura también deberá comentar en el blog de su compañero/a. 

Cuando comenzó la iniciativa me apunté como escritora y acabé escribiendo Cerezas en marzo (que reseñó +A. Turquoise), en la segunda ronda también y acabé escribiendo Ojos de Marfil (que aun no he terminado, la estoy continuando unos capítulos más y que reseñó +Guadalupe Duran) y para esta tercera ronda me apunté como escritora y lectora, por lo que al final del mes a mí me reseñará +Gema Vallejo y a mí me toca reseñar la historia de +Cenciéntola Bones.


Bueno y ahora os cuento un poquito lo que tengo pensado para la historia de este mes. El tema sobre el que hay que escribir es Halloween y el elemento común que debe aparecer en cada historia es un caleidoscopio

A ver, para mí lo de Halloween es un reto porque es una fiesta que nunca he celebrado ni me ha llamado la atención y lo único que conozco es de las típicas películas de Estados Unidos. Pero en realidad el origen de la fiesta es celta, así que me pareció más lógico que tuviera lugar en Irlanda. Para los personajes he estado buscando nombres celtas y anglosajones que fueran poco conocidos y tengo tres nombres de mujeres que me gustan mucho. La protagonista se llamará Muriel que es irlandés y significa "mar brillante".

Me gustaría que Muriel fuese diseñadora de moda y que se encargara de los disfraces de Halloween de una familia rica y que toda la historia se empezara a desarrollar desde ahí. Pero vamos, que no tengo ni idea de si lo haré así o no. 

¿Qué os ha parecido todo hasta el momento? ¿alguna sugerencia para un nombre o para el nombre del relato? ¡Comentad todo lo que se os ocurra!

Recopilación de relatos

2/10/15

¡Hooolaaa! Hace unos meses recuperé una historia del 2012 que estaba perdida en el blog y que no la había leído nadie. Recuperar ese relato me hizo mucha ilusión y ver que a vosotros también, más. Por eso pensé en traer esta recopilación de relatos o antología, ya que así es más sencillo para mí y más cómodo para vosotros que si las voy recuperando una a una.


Estas son las dos portadas que he hecho, no sé con cual de todas me quedaré para ponerla en la barra lateral, ¿cuál os gusta más? A mí la del barquito me transmite más paz y creo que queda mejor con el diseño del blog, ¿qué pensáis?

La antología incluye 17 relatos, entre los que se encuentran algunos de unos pocos párrafos y otros de varias páginas, pero no os asustéis que no son relatos largos ni novelas. En total las 17 obras ocupan en total 37 páginas incluyendo portada, índice y un pequeño agradecimiento al final, así que no es para tanto.

Os voy a compartir el archivo en Google Drive, allí podéis descargarlo para leerlo más tarde o darle a pantalla completa y disfrutarlo al momento. Quienes lo leáis por favor, comentadme luego en esta entrada qué os ha parecido, cuál ha sido vuestro favorito y cual no os ha gustado nada y porqué, ¡todo lo que se os ocurra es bienvenido y yo siempre respondo a vuestros mensajitos!


Que tengáis un muy buen fin de semana,
Un beso enoooorme, Edith.
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